Como este mes toca hablar de historias de terror, vamos a dejar la factura de la luz para mañana y cogeremos la mantita para taparnos de los sustos, que parece que en noviembre apetece más.
En este mes del terror también os descubrimos nuestros villanos y villanas preferidos con la idea de que disfrutéis de los que ya conocéis y de que os apetezca conocer a los que todavía no.
El nivel de maldad también lo dejamos para los lectores, así colaboráis en lo que he bautizado como nuestro villanómetro particular.
Aquí van nuestras versiones:
VILLANOS CARMEN
Normalmente, siempre me han gustado más los villanos que los personajes buenos de las películas. Gracias a mi familia, he crecido en el mundo de Disneyy rodeada de sus historias mágicas, de princesas que han ido evolucionando, de príncipes que enamoraban, de animales que te explicaban el significado del amor y la amistad, de bandas sonoras espectaculares y personajes fantásticos, mágicos y adorables. Podría hablar de Disney y sus cintas durante años. Pero hoy voy a hablaros de villanos, de mi villano por excelencia. Soy fan de tatuaje de esta película, de todos sus personajes, obviamente de su protagonista, pero especialmente de su villano. Mi villano favorito no es Gru, es el Capitán Garfio.
La vida pirata es la vida mejor y este capitán es el claro ejemplo de ello, o eso cree él. Garfio tiene su barco, una tripulación que no le quiere demasiado y le reprocha no trabajar como verdaderos piratas y un grandísimo enemigo: Peter Pan.
Por suerte, el capitán siempre va bien acompañado por su fiel amigo el señor Smith, un peculiar hombrecillo capaz de sacarte mil risas y sacar de quicio a su jefe. El capitán Garfio, nombre que le da su garfio de la mano izquierda está obsesionado por encontrar el escondite de Peter Pan, quien le toma el pelo día tras día. Su significativo traje rojo, su gigante sombrero con la pluma, sus puros y su bigote ‘dalidesco‘ hacen de Garfio un pirata cruel que se la tiene jurada al niño que nunca quiere crecer.
¿Por qué este empeño en matar a Peter Pan? Porque éste le cortó la mano izquierda y se la lanzó al verdadero enemigo de Garfio, el cocodrilo, quien devoró esa mano.
El poder de villano del capitán se vuelve diminuto al oír el tick tack cuando esta criatura se acerca a la popa del barco. Garfio es capaz de secuestrar a una niña india y atarla a un ancla en el mar con tal de hacerle daño a Peter, es capaz de encerrar a Campanilla e impedir que esta ayude a su idolatrado Peter Pan cuando el capitán le regala en un bonito paquete una bomba. He de confesar que hay aún hay villanos más crueles en Disney, pero este es rastrero, interesado, poco listo y además muy cobarde, mientras que es capaz de hacer daño a lo mejor que existe, los niños, niños perdidos a los que amenaza con lanzar al mar como castigo por no confesar el castigo de Pan. Más os vale haber visto esta mítica histórica, si no, se os aparecerá el cocodrilo todas las noches.
Mi segundo villano también tiene título militar. Él es el coronel Hans Landa, el coronel de la cinta Malditos Bastardos. También he de decir que tengo multitud de villanos en el cine no animado pero este es uno de los que se lleva la palma. Hans Landa, interpretado por el magistral Christoph Waltz, es uno de los protagonistas de esta cinta de Quentin Tarantino, director de cine al que admiro mucho.
El coronel tiene un siniestro encanto y atractivo que te atrapa, que te hace odiarle y que te engatusa a partes iguales. Su personaje es puro veneno y sus palabras y forma de decirlas más aún. Él es un hombre cazador, cazador de judíos del Tercer Reich que mata sin piedad y sin remordimientos, con cinismo. Para mí, es uno de los mejores villanos de Tarantino y he leído que él también lo considera así. Hay una escena que recuerdo con especial desprecio, que está hecha de una forma magistral, y es la siguiente.
El coronel entra en una casa habitada por una mujer, en ella, el alemán hace una petición: degustar un vaso de la leche que producen las vacas de la granja de ella mientras le sonsaca dónde esconde a una familia de judíos. Creo que posiblemente esta es la mejor escena de la película, o al menos la más significativa por la dureza de su significado.
Heydrich parece odiar el apodo que la buena gente de Praga le otorgó. No comprendo por qué odia el mote de Verdugo. Ha hecho todo lo posible por ganárselo. Yo, por otro lado, adoro mi título no oficial, precisamente porque me lo he ganado. Lo que me hace tan eficiente como cazador de judíos, a diferencia de la mayoría de los soldados alemanes, es que yo puedo pensar como un judío, mientras que ellos sólo pueden pensar como alemanes. Más precisamente, como soldados alemanes.
La frialdad de sus palabras choca con la leche que está a punto de beberse, algo muy chocante, porque puede hacer de un inocente vaso de leche el temor más grande. Waltz, actor que hace maravillas con todos los personajes que toca, cosechó un Oscar gracias a este coronel que estuvo a punto de ser interpretado por Leonardo Di Caprio y que supuso que Tarantino dudara a la hora de realizar esta obra maestra, ya que, no encontraba al actor idóneo para este papel. Qué fortuna que lo encontrara. No podéis perderos el cine de este director, que es historia de la cultura gracias a historias como esta.
VILLANOS AIXA
Cuando nos planteamos escribir el post sobre villanos, enseguida me vino a la cabeza El Cuento de la Criada, una de las series con la que más disfruté el año pasado a pesar de la agonía y el sufrimiento de June y compañía.
Entre vestidos rojos, paisajes helados, recuerdos de tiempos pasados y un régimen ultra-misógino e inhumano, encontramos al personaje de Tía Lydia, interpretado por Ann Dowd, y encargada de “reeducar” a las criadas en los fundamentos de la República de Gilead.
Lo cierto es que podría haber escogido a Fred, sin embargo, me parece mucho más representativo el papel de villana absoluta que juega Tía Lydia en el desarrollo de la trama. Es una auténtica malvada de tiempos futuros con indumentaria del siglo pasado que aunque a veces -pocas- flaquea, el resto del tiempo se dedica a torturar a las criadas y a todo aquel que alce la voz contra la distopía que se han inventado los llamados Hijos de Jacob.
Su odio y maldad desmedida no nos permite empatizar y entender las razones de su comportamiento extremo, a pesar de que como espectadores, somos testigos directos de su pasado y de las causas que la han llevado a servir a Gilead. Precisamente, lo más interesante de esta villana es que es una mujer que hace daño a otras mujeres para paliar su frustración en los distintos estadios de su vida. Se podría coger de la mano con Serena, aunque esto da para otro post.
En definitiva y conforme escribo, me doy cuenta lo difícil que es gestionar la maldad, así que os animo a ver la serie, a pesar de la detestable, estoica y férrea Tía Lydia. Ann Dowd está espléndida y para mí da vida a un personaje que considero muy potente y necesario en El Cuento de la Criada.
No abandonamos el color rojo y aterrizamos directos en la Fábrica de Moneda y Timbre para, con permiso de mi Carmen, hablar de Berlín en La Casa de Papel.
Poco tengo que decir del sujeto más frívolo, manipulador y calculador de la banda, con permiso del sanguinario Gandía, que en la última temporada de la serie de Netflix se lleva la palma. Como dato curioso, el personaje está inspirado en una vivencia del actor en México con alguien que a su juicio, era capaz de pasar de ángel a demonio en pocos segundos. Fruto de una noche en la tierra del tequila, Pedro Alonso fue vistiendo al personaje y llenándolo de matices oscuros pero con esos destellos de luz que tiene Berlín.
No obstante, y aunque todos estamos de acuerdo en que Berlín es un villano despiadado, nos encanta.
Y nos encanta porque nos da acción y mucha vidilla. Su locura transitoria, su expresión, sus momentos musicales, su estridencia y sus discursos, son tan redondos como el personaje único que ha logrado crear Pedro Alonso. No hay dos Berlines, es imposible, y eso es lo que lo hace tan especial.
VILLANOS SORAYA
Si hay algo más perturbador que un psicópata, es un psicópata que trabaja como psiquiatra.
Me baso en el Hannibal Lecter de la película El Silencio de los Corderos y no de la novela original porque es donde realmente descubrí a este personaje por primera vez. Teniendo en cuenta que el director de mi villano llevado a la gran pantalla, Jonathan Demme, se ayudó personalmente en el rodaje, de Thomas Harris, creador original de Hannibal Lecter en su novela de 1988, podemos decir que es prácticamente una interpretación perfecta del criminal de la novela.
Por desgracia, no leí la novela de Harris antes de ver el film de Demme, que dice la crítica y el propio escritor de la novela, que es la película donde mejor se ha representado el perfil psicológico del personaje. De hecho, el impacto que me causó conocerlo en El Silencio de los Corderos, me hizo preferirlo como mi mejor villano del cine al instante de acabar la película.
Si comenzamos a describir al “Lecter doctor”, es un hombre culto, adepto a la música clásica y con un don para dibujar a la perfección que se comporta con exagerada elegancia y amabilidad. Hasta ahí, parece que bien. Lo terrible es lo que va detrás de esa fachada.
Una impecable actuación que sólo Anthony Hopkins, uno de mis actores favoritos y quien ganó un Óscar por este papelón, podría encarnar, con ese temple y esos ojos tan azules y penetrantes.
Esto es lo que más me fascina del que es realmente un auténtico sociópata con claro narcisismo y afán por el canibalismo (hablando de Lecter, no del señor Hopkins, claro): que puede ser un sádico total sin perder su capacidad de doctor amable con palabras elegantes y disfrutar mientras tanto, manchadísimo de sangre, de la música de Johann Sebastian Bach, en la misma habitación.
Si esto no es un arte para ser un psicópata de primera que te pone la piel de gallina, que me digan uno peor.
Puede haberlo, sí, pero el nivel olfativo de Lecter para describir todo lo que has hecho durante el día sin haberte conocido y desde el otro lado de la celda, te haría salir corriendo sin pensar en nada más. Es un villano de lo más impredecible. Todo un genio perturbado.
Descrubrí la capacidad interpretativa de Sarah Paulson en la diversidad de personajes que encarna en American Horror Story.
Es una actriz de las grandes, de las que valen igual “para un roto que para un descosido”. Puede ser dulce y tierna y transmitirlo con un único gesto. Puede ser perversa y sádica y transmitirlo con una media sonrisa. Y las entonaciones y pausas que hace de los diálogos de sus personajes, secundan este buen trabajo como actriz.
Actuar bien, es, en gran parte, conseguir transmitir a un público final lo que se pretende con el personaje. Paulson (para mi experiencia y parecer) lo consigue SIEMPRE.
¿Y qué ocurre con Mildred Ratched? No iba a ser distinto: una enfermera (ejem, “enfermera”) que evoluciona a lo largo de una trama en la cual vas descubriendo sus porqués y sus motivos para a la mala praxis y también sus debilidades y emociones. Algo que mueve nuestra empatía y nos deja siempre en el péndulo de la duda:
Entiendo su maldad, pero no. No sé por qué llega a esto, pero sí…
Y así me hace sufrir durante todos los capítulos del thriller.
Ratched no es ese personaje malvado que carece de sentimientos o emociones, por lo que cuando los saca a relucir, me llega a enternecer y me hace dudar de si realmente Ratched es una villana o no.
De hecho, considero que en el villanómetro de la serie podrían encajar otros personajes en el ‘ranking de maldad’, más que a la propia Ratched. Pero eso hay que descubrirlo o valorarlo personalmente y poco a poco, al tiempo que avanzas la serie. Y no, no voy a ser yo quien sugestione a quien no la ha visto… Stop spoilers.
Pero… Me ocurre con otros/-as villanos/-as protagonistas y antagonistas, como Darth Vader de la saga ‘Star Wars’, Thomas Shelby de Peaky Blinders, Serena Joy, de El Cuento de la Criada, o Walter White en Breaking Bad, entre otros/as. Que son villanos que me crean empatía: una especie de ‘síndrome de Estocolmo’ que se crea en la relación espectador-villano/a.
Si nos remitimos a las descripciones de villano/-a, mis dos villanos encajan en una:
‘Que actúa o es capaz de actuar de forma ruin o cruel‘.
Pero, en cambio, no encajan en esta otra descripción:
‘Que demuestra falta de educación o de cultura.’
Mildred Ratched y Hannibal Lecter, son dos personajes de lo más cultos e inteligentes, es más, muy astutos, que no han tenido la educación ni la infancia debida y esto les “mueve” hacia su maldad, pero sí presentan un gran bagaje y raciocinio suficiente como para saber decidir y diferenciar entre el bien y el mal.
En cambio, sí que veo una clara diferencia entre ambos: Lecter elige ser sádico por placer, frustración y resentimiento vengativo mientras que Ratched sí persigue un objetivo muy concreto.
Ese objetivo (que no voy a destapar/hacer spoiler) es el móvil por el cual va a hacer LO QUE SEA, ya quepa dentro de lo moral o de lo inmoral, sin apenas importarle el resultado.
Es una villana con principios pero se permite desmontarlos en algunas ocasiones (siempre con algún interés), claramente.
Lo que más me alucina de Ratched, es que siempre crea a su alrededor esa especie de síndrome de Estocolmo, haciendo que los y las demás siempre le deban algo o estén en deuda con ella, algo que a ella le satisface y tranquiliza porque va acercándole a su objetivo cada vez más y más.
Puede ser muy bondadosa y a la vez muy cruel.
Como villana, es auténtica. Si ahora la encajas en una escenografía, elenco, banda sonora adecuada al thriller, guión y dirección de fotografía llamativa y lo mezclas todo bien, tendrás un resultado de lo más atractivo y entretenido. Así es la serie Ratched.
En mi escena favorita, la escena del melocotón, veo las dos caras de Mildred: dulzura forzada y maldad (no la he encontrado en castellano):
2 Comments
Chicas enhorabuena una vez más por vuestros post! No puedo estar más de acuerdo con vuestros villanos!! Aunque alguno me ha quedado por averiguarlo por mi misma.
Bravo!!
¡Qué maravilla leer ‘enhorabuenas’! ¡La lista de malechores de nuestro cine es interminable! ¡Gracias Bea!
^^