Cuando un cantante o banda lanza un nuevo trabajo y nos toca escribir sobre ello siempre solemos decir que estamos ante el mejor disco de su carrera. Sin embargo, esto resulta cuanto menos curioso, porque por esa regla de tres, todos los álbumes de la historia de la música serían excepcionales e insuperables y bien sabemos que eso no es así. Dios nos libre de que todo sean tan perfecto.
No obstante y bromas a parte, como la buena música no atiende a la lógica y sí al corazón, te invito a que te quedes un ratito en esta nueva entrega de #MúsicaA2Voces para desgranar lo que Juan Gómez, más conocido como El Kanka, ha parido para nosotros/as.
Para suerte de todo/as, Cosas de los vivientes lleva un par de semanas en el candelero, y como no podía ser de otra manera, ya se ha convertido en el mejor -venga va, uno de los mejores- discos de su autor. Siempre que analizo los lanzamientos recientes intento pararme en la evolución que experimentan los artistas desde sus inicios hasta el presente porque me resulta una vía muy interesante a explorar, pero en el caso de El Kanka, me van a permitir saltarme las reglas y escribir sobre la que creo que es su mejor virtud: su llana y pura ESENCIA.
Cosas de los vivientes lleva un par de semanas en el candelero, y como no podía ser de otra manera, ya se ha convertido en el mejor -venga va, uno de los mejores- discos de su autor.
Seguramente no tenemos cantor más carismático ni currante en el panorama musical patrio que él, que en cada gira y trabajo, se deja el lomo para que disfrutarlo en directo sea un lujo -y opino con conocimiento de causa-, y escucharlo a través de los auriculares sea un viaje. Y es así, como quién no quiere la cosa, que el Autorretrato cantado que abre Cosas de los vivientes nos deja entrever el lado más personal de su autor, con el inicio de una ruta musical repleta de referencias al arte que suena a folklore y pop. A orígenes latinos y percusión. Pero también a letras preciosas y «su poquito» de rock. Bendito sea nuestro Kanka.
Youtuber, segundo corte de este disco, nos lleva directos al ritmo chirigotero y carnavalero, que tan presente está en nuestros oídos por estas fechas, ahondando en la fortuna de tener un país tan rico en matices y culturas como el nuestro, en el que se aprovecha hasta el último acorde. Hay referencias también a géneros tribales latinos, como en No se dice suerte -tremenda canción-, e incluso un pequeño y rápido guiño a lo eléctrico con la leve y sutil guitarra inicial de O algo, que aunque parezca mentira, es toda una novedad en la discografía del malagueño.
Pero si hay algo en Cosas de los vivientes que merece mención especial, son sus letras cum laude y la demostración de que cuanto más pura es la música, más y mejor llega a quien la escucha. Así que para referirme a la facilidad de contar la vida que tiene El Kanka, te animo a dar una oída al tema homónimo del disco, tercera y maravillosa pista, mi favorita, para que experimentes esa sensación de estar cantando un himno que coqueta con el rock más suave y el pop más duro. Si tuviera que escoger un ranking de mejores canciones de mi adorado Juan Gómez, Cosas de los vivientes estaría bien alta.
Sigue la fiesta del amor sencillo y libre con Vente a vivir conmigo, en una declaración de intenciones que suena a súplica funk y que marca el tempo del disco a las mil maravillas. También hay lugar para darle un palo a los haters con Tu opinión, «temazo» marca de la casa en el que El Kanka hace alarde de su capacidad para rimárselo todo como ya lo hacía en Lo Mal Que Estoy Y Lo Poco Que Me Quejo (2013) con perlas míticas como Refunk, demostrando que la ironía es y siempre ha sido necesaria, pero que ahora está mejor cantada que nunca. Ojito con el registro vocal al que llega en el puente previo al estribillo.
Y hablando de esencia y pureza de la música, El Kanka no ha querido perder la oportunidad en este álbum de rodearse de los mejores para tres de sus criaturas. La primera, una oda a la vida en forma de balada llamada Para Vivir, de la mano y voz de la siempre oportuna Silvana Estrada. La segunda, un reencuentro ideal con unos Fetén Fetén sembrados y dispuestos de lo mejor para hacer gala de sus virtudes como músicos en Canción de Adiós. Por último, un homenaje a la música hecha en conjunto y comunidad llamada Baladí, con el acompañamiento de la Orquesta Sinfónica Académica de San Vicent del Raspeig, en una tendencia a la que suma El Kanka, tal y como hicieran bandas como Vetusta Morla y solistas como Zahara, poniendo sus letras al servicio de las maderas, los metales y las cuerdas ordenadas.
Se acaban las Cosas de los Vivientes con esos Propósitos de Año Nuevo que tanto nos empeñamos en (in)cumplir, no sin antes pasar La Senda, tomarnos una cerveza con El Anfitrión y entender que el ser empieza en lo que Eres, culminando este disco compuesto por catorce destellos únicos de un Kanka que se ha hecho de rogar, pero que por fin ha vuelto para regalarnos su tan particular arte.
Si hay algo en ‘Cosas de los vivientes’ que merece mención especial, son sus letras cum laude y la demostración de que cuanto más pura es la música, más y mejor llega a quien la escucha.