Voy a hablaros de cine. en concreto de «Los chicos del coro».
Si habéis tenido la suerte de disfrutar de esta cinta creo que vais a estar de acuerdo en todo lo que os escribo en este post. Nunca había visto tanta dureza y dulzura en una película en la que los protagonistas son unos niños con unas gargantas galácticas.
«Los chicos del coro» narra la historia de unos pobres pequeños internados en un correccional cochambroso a las afueras de una ciudad francesa en el año 1948. Allí no se les intenta educar en nuevas oportunidades ni trabajan con ellos para sacar todo lo bueno que tienen escondido. Al contrario, reciben castigos, palizas y humillaciones un día tras otro por hacer cosas «de niños». Pequeños huérfanos, niños abandonados o jóvenes a los que sus familias no pueden educar y cuidar por falta de recursos viven allí dentro, rodeados de obligaciones imposibles y poco habituales para infantes de su edad, siempre bajo el mando de un cruel director y unos profesores apáticos ante esas brutalidades.
Una mañana todo cambia. Un ángel de la guarda llega a «El fondo del estanque», nombre con el que se conoce al correccional. Ese hombre con luz es Clément Mathieu (Gérard Jugnot), un profesor de música desempleado, que acepta un puesto como profesor vigilante en el internado de reeducación. Mathieu se asombra al ver la situación en la que se encuentran lo menores y decide, a escondidas de todo el profesorado, enseñar música a los niños. A escondidas y en horas de otras materias, el hombre realiza diferentes pruebas de canto a los chicos, descubriendo voces de todo tipo, pero lo más importante, descubriendo las ganas de vivir que les aporta la música.
Nunca había visto tanta dureza y dulzura en una película en la que los protagonistas son unos niños con unas gargantas galácticas.
El profesor va convirtiendo las vidas cotidianas de los internos con sus pentagramas y composiciones. Día tras día descubre cómo ellos responden y, ya con el permiso del director que se atribuye el logro de la música ante los personajes poderosos de Francia, forma un coro espectacular.
He perdido la cuenta de las lágrimas que he derramado al oír cómo cantan esos niños. ¿Cuántas veces he visto la película? 20, de verdad, 20. Esta película tiene el Premio del Mejor Cine Europeo por su banda sonora, y no me extraña. Además, cuenta con multitud de nominaciones a los Goya y los Oscar entre otros festivales de cine.
De entre todos los niños destaca uno: Pierre Morhange (Jean-Baptiste Maunier). Este chico, con una vida bastante complicada se convierte en el solista del coro, en el objetivo de Mathieu.
El profesor no pasea por un camino de rosas a la hora de construir este coro. Primera, no todos los menores acceden a participar, y segunda, el niño destacado resulta ser un chico muy problemático y a la vez esencial en el proyecto. Al final, hay algo, que hace girar la historia. De hecho, él y otro de los niños, el pequeño y dulce Pépinot, son quienes cuentan, convertidos en ancianos y en unos triunfadores en el mundo de la música, la historia de quien tanto les quiso.
Creo que el verdadero éxito de esta película es el aspecto humano. Muchos niños y niñas de hoy en día, así como adolescentes, deberían ver de manera obligatoria esta gran historia. Así se sentirán afortunados al ver qué maravilla de vida y educación tienen. Obviamente, también debería ser de obligada visión para muchos padres y madres que no cuidan a sus hijos dándoles más de lo que necesitan y no disfrutando del tiempo con ellos.
«Los chicos del coro» conquistó a los espectadores gracias a la buena construcción de sus personajes. Hoy en día conquista por no ser condescendiente con ninguno de sus protagonistas, ni con el espectador, y cuenta una historia donde sus personajes se equivocan, cometen errores, fracasan y actúan, en muchas ocasiones, como adultos.
Esta cinta no pinta una realidad de color de rosa donde todos los personajes acaban siendo felices y comiendo perdices, al contrario, muchos de ellos no acaban bien. Estos chicos no son más que niños perdidos como los de Peter Pan. Niños que cantan canciones como «Caresse sur l’océan» o «Vois sur ton chemin» nos hablan de gente solitaria, de gente olvidada. Como reza «Vois sur ton chemin»: «Ve sobre tu camino. A los niños perdidos, olvidados, dales la mano para encaminarlos”. La banda sonora de este film es una auténtica gozada magistral.
Este drama musical del año 2004 dirigido por Christophe Barratier, arrasó en taquilla y marcó una diferencia en el cine francés y en el europeo. Su objetivo es convertir a los espectadores en mejores personas. Acción, reacción.
El verdadero éxito de esta película es el aspecto humano. Muchos niños y niñas de hoy en día, así como adolescentes, deberían ver de manera obligatoria esta gran historia.