‘La Valla’, ¿año 2045?

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Esta crítica ha sido realizada «A 2 Voces» por Carmen y Aixa.

Carmen

La Valla no nos ha pillado de sorpresa. Quién les iba a decir que, cuando grababan la serie, esa historia iba a tener poco de ficción. Actualmente en nuestro país estamos viviendo un episodio histórico que no queda muy lejos de la trama de la serie y que, si no actuamos, desencadenará en un final muy parecido, el de un rebaño adorando a una figura endemoniada. ¿Eso ya ocurre? Nosotras no nos vamos a posicionar, pero os invitamos a que lo penséis.

Vamos a lo que realmente importa en este post: la serie, sus personajes, la trama, su fotografía, sus luces, sus planos y todo lo que compone a una historia televisiva.

La Valla se presenta en una España apocalíptica en el año 2045, donde, nuestro país, está siendo sometido a un régimen dictatorial por falta de recursos como la alimentación, el agua, la luz y multitud de carencias más. La carencia más importante para los ciudadanos españoles de esa época futura para nosotros es la tranquilidad. Los protagonistas viven con muy poco y son felices, pero añoran esa paz que ven ya en un pasado muy lejano.

Toques de queda, mascarillas, desinfección, maltrato al ciudadano y la diferencia de las clases sociales envuelven una historia en la que los niños son la salvación de una sociedad amargada y triste. Detrás de la valla todo es maravilloso: riqueza, lujos y mentes que saben manipular y manejar a quienes viven al otro lado de ella, aquellos que están inmersos en una gran pobreza. Vivir alerta y vigilante no es vivir. 

Los protagonistas viven con muy poco y son felices, pero añoran esa paz que ven ya en un pasado muy lejano.

Una de esas familias es la familia Mújica, formada por Emilia, la cabeza sentada e inteligente, a cargo de Ángela Molina que este año recibe el Goya de Honor gracias a la carrera de su vida. Su hija, Olivia Molina, que me ha enamorado una vez más, representa a sus dos hijas gemelas, Sara y Julia, que es capaz de hacer cualquier cosa por proteger a cada miembro de su familia. Garra, tesón y fuerza completan sobre todo a Julia.

Por otra parte, Sara, casada con un padrazo llamado Hugo es la desencadenante de parte de la trama y sin serlo, una gran madre y protectora de los más especiales, los niños. Hugo, interpretado por mi adorado Unax Ugalde es un señor como padre y como marido, que cuida sin descanso a Marta, Laura Quirós, la pequeña de la casa y la pieza más importante y necesaria para el futuro de España.

A este padre y esta hija les acompaña Álex, el hermano pequeño de Hugo, el joven Daniel Ibáñez, todo un descubrimiento incansable, sufridor de palizas, desplantes y engaños. Álex es el pilar fundamental de este equipo. Esta familia vive en una humilde casa y es dueña de un pequeño colmado.

Como os he dicho, son felices con poco, pero viven amargados por culpa de Alma, Eleonora Wexler, la gran villana de la serie. Qué espectáculo de mujer. Su interpretación, su fuerza y su acento argentino imposibilitan que dejes de mirarla.

Alma está casada con Luis, el Ministro de Sanidad, ministro con corazón, algo raro en este país. Abel Folk es quien da vida a este ministro lleno de elegancia, serio, respetuoso, solidario y lo más importante, sincero y empático. Folk es un señor con todas las letras, pero Luis es impresionante. La mirada de este hombre en cada plano te hipnotiza.

Emilia, la cabeza sentada e inteligente, a cargo de Ángela Molina que este año recibe el Goya de Honor gracias a la carrera de su vida.

El matrimonio tiene dos hijos, Daniela, Belén Écija, hija del productor de la serie y de la actriz Belén Rueda, una dulce y fuerte joven marcada por sus instintos de libertad que tiene como hermano a Iván, Nicolás Illoro, un macarrara fiestero lleno de amor por Manuela, la criada, a quien le demuestra que no solo es un niño rico y caprichoso, si no un hombre capaz de dar su vida por quien más quiere.

La relación entre estas dos familias va creciendo a lo largo de los capítulos demostrando que cada uno de los personajes sabe estar en su sitio y que todos ellos son interpretados con gran magia. No hay ninguna de las interpretaciones que no me haya gustado, que haya visto floja, simplemente, cada uno ha sabido meter a su personaje dentro de sí mismo y sacar delante de las cámaras una trama nada sencilla. ¡Qué sorpresa se habrán llevado este año al ver que, su historia, perfectamente puede encajar con alguna familia española del 2020!

Sin menospreciar a los verdaderos protagonistas de esta serie, el noravirus y la vacuna, necesito mencionar de manera destacada a un personaje que me parece clave y majestuoso: Begoña. Personaje secundario y asqueroso al que le da vida la actriz Ángela Vega. Ella es la típica señora de que la no puedes fiarte ni un pelo. Falsa, cínica, manipuladora, lo tiene todo. Alma es la villana, pero para mí Begoña es aún peor persona porque no hay nadie más rastrero que ella. Lo que hace Ángela Vega es digno de reconocimiento. Me quito el sombrero con su actuación secuencia tras secuencia. Comparte muchas escenas con Ángela Molina, pero hay una especialmente que es «la leche». Quien hayáis visto la serie pillaréis en doble sentido. 

Parece que su final deja cerrada toda la trama. El momento de Emilia delante de la tumba de su marido es magia. Todos los personajes parecen tener al fin un destino feliz, sobre todo uno, que consigue lo que más ha ansiado durante los capítulos que han compuesto esta historia. ¿Habrá segunda temporada? Puede ser, pero personalmente creo que no. No veo necesaria una segunda temporada para una serie que lo ha dicho todo en una. ¿Recomendable? Absolutamente

Todos los personajes parecen tener al fin un destino feliz, sobre todo uno, que consigue lo que más ha ansiado durante los capítulos que han compuesto esta historia.

Aixa

Cojo el testigo de mi compañera Carmen y lo cierto es que no puedo estar más de acuerdo con ella. La Valla funciona muy bien como historia y parte de culpa la tiene el elenco, que está escogido al milímetro para que la trama se desarrolle con ritmo.

Quién nos diría y quién le diría a Daniel Écija y su equipo que su historia rodada entre enero y julio de 2019, tomaría tanta relevancia un año más tarde. Y es que como siempre, la realidad supera a la ficción.

No puedo decir mucho más sobre los personajes, pues Carmen ya lo ha dicho todo. Cada uno en su sitio, en su línea, sin giros extraños y aportando a la historia verdad. Ellos hacen que te creas todo lo que se cuenta. El tridente formado por Ángela Molina, Eleonora Wexler y Abel Folk no necesita presentación ni halagos, son tres bestias de la interpretación y así lo demuestran capitaneando un barco que va camino de muy buen puerto.

Para mí, a destacar, la historia de Daniela (Belén Écija) y Álex (Daniel Ibáñez), dos actores jóvenes a los que seguir la pista y que aportan mucha luz a esta distopía llena de sombras, con una historia que no necesita ser explícita porque se intuye, y da ese respiro necesario al espectador entre tanta acción. Me han encandilado.

Quién le diría a Daniel Écija y su equipo que su historia rodada entre enero y julio de 2019, tomaría tanta relevancia un año más tarde.

'La Valla', ¿año 2045?

Belén Écija y Daniel Ibáñez son Daniela y Álex en ‘La Valla’.

Otro de los puntos a favor de la serie es su parte técnica, que brilla gracias al buen resultado tanto de la dirección artística como de la parte de fotografía.

Al principio me llamó la atención para mal el atrezzo y vestuario de los personajes, porque consideraba que la ambientación no le hacía justicia al año en el que se desarrolla la historia. Sin embargo, y conforme entiendes el sentido simbólico que tiene la valla, todo cuadra.

La pobreza del sector 2 no solo se vive de forma intrínseca sino que también se representa en la ropa y los escenarios donde viven los personajes. Es aquí donde la dirección artística toma el mando con un espléndido trabajo de diferenciación de ambos mundos: calles destrozadas frente a grandes jardines, casas sin luz frente a todas las comodidades, o platos vacíos frente a cenas de manos llenas. Los elementos artísticos nos ayudan a formar parte de la vida en los dos lados de la valla.

También la dirección de fotografía juega un papel muy importante en la vertiente técnica. La búsqueda del look apocalíptico, da lugar al uso de colores con mucho contraste, en ocasiones casi con exceso de saturación para adentrar al espectador en esa especie de realidad paralela tan oscura como triste. Todo lo contrario a lo que sucede en el sector 1, tan luminoso y con la luz natural y los exteriores como protagonistas.

En muchas ficciones actuales hay tendencia a resolver las secuencias de acción con el uso de esquemas de iluminación en clave baja, que nos dificulta la atención a los detalles de la escena que está ocurriendo. Sin embargo, en La Valla, siempre hay un pequeño «faro» que nos guía, ya sea en forma de láser verde de las metralletas del ejército, de un panel luminoso de emergencia situado en el lugar más estratégico del CIM, o de una vela encendida a pesar de los cortes de luz durante el toque de queda.

Otro de los puntos a favor de la serie es su parte técnica, que brilla gracias al buen resultado tanto de la dirección artística como de la parte de fotografía.

'La Valla', ¿año 2045?

‘La Valla’ muestra una distopía en la España de 2045.

Interpretaciones creíbles, montaje con ritmo, música en el momento justo, producción arriesgada y guion brillante, la serie tiene casi todo. Quizás y por ponerle un pero, destacaría que el opening no es el más acertado, te saca de la historia que se cuenta y a mi juicio, no funciona bien como antecedente, a pesar de que da ese punto positivo que tanto tarda en encontrarse durante los capítulos.

En definitiva, La Valla se ha convertido en uno de los descubrimientos más destacados de este año y por desgracia, en una realidad que aunque creo que es muy lejana a nuestro tiempo, ya hemos empezado a experimentar. Quizás es por eso por lo que se hace más interesante disfrutar de ella.

La serie completa está disponible en Netflix. No te la pierdas.

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