La ‘Mayéutica’ de Robe

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Desligar la primera persona del singular de Robe Iniesta a Extemoduro es complicado.

Tanto como lo es reconocer que el grupo por antonomasia del rock español, parece que ha pasado a mejor vida de forma definitiva con esa gira de despedida que nunca llega, y toda la polémica que ha suscitado el tema, más aún desde que el de Plasencia lanzara Mayéutica, su último disco en solitario ya fuera de los brazos de Extemoduro, pero con parte del ADN de la banda que aún hoy marca el ritmo de los que volaron con Agila (1996) y cerraron el ciclo con Para todos los públicos (2013).

Ciclo que sin embargo, tiene nombre de teoría socrática y vuelve a revolotear por las entrañas de Robe, con una estructura en una sola canción dividida en cuatro movimientos, tal y como ya hizo Extemoduro allá por 1995 en Pedrá, y siguió en La Ley Innata (2008) introduciéndonos de lleno y de forma dulce en el caos, con uno de los discos con más fuerza del rock español no apto para oyentes con fiebre de playlist actual.

Mayéutica, es el último disco en solitario de Robe ya fuera de los brazos de Extemoduro pero con parte del ADN de la banda.

Como digo, Mayéutica es un álbum que nos quiere contar una historia, en la que los matices personales de la composición se combinan con un instrumental que tiene destellos de Extremo, pero que están perfectamente resueltos por los músicos que acompañan a Robe en su andadura en solitario, con una mezcla de estilos que descansan sobre el puro rock, pero que nos llevan a disfrutar de los vientos, las cuerdas más sutiles o los teclados, lejos de la prisa y cerca de la pausa, con el regocijo que supone escuchar un disco a la altura de las circunstancias.

Empieza la obra con un Interludio que da lugar al Primer Movimiento: Después de la catarsis con una duración de poco menos de nueve minutos, en el que ya empezamos a ver algunas de las luces que penetran en el universo mayéutico de Robe, aprovechando parte del metraje del tema para hacer alarde de esa capacidad instrumental que mencionaba antes, y la creatividad de su autor en labores musicales. Aperitivo perfecto para enlazar con Segundo Movimiento: Mierda de filosofía que nos da el respiro necesario durante la intensa escucha, y nos recuerda si acaso, a temas como La Vereda de la Puerta de Atrás, salvando las distancias, pero con la contundencia lírica que requiere un directo de Robe, con su público al borde de la catarsis.

Mayéutica es un álbum que nos quiere contar una historia en la que los matices personales de la composición se combinan con un instrumental que tiene destellos de Extremo pero que están perfectamente resueltos.

Sigue el baile en el cuarto corte y el Tercer Movimiento: Un instante de luz que se une al Cuarto Movimiento: Yo no soy el dueño de mis emociones, con una especie de sinergia que empieza en lo más alto de la guitarra eléctrica, dándolo todo y que se esconde poco a poco entre las faldas de la cuerda frotada del violín, con un resultado sonoro de subidas y bajadas, entre las que se cuela algo de reggae y mucho de romanticismo, dando paso al Robe más explícito pero también con más luz de los últimos discos, rozando de lleno la temática amorosa y la idealización de las musas a su puño y manera.

Encontramos al Robe más explícito pero también con más luz de los últimos discos.

Termina el viaje con una Coda feliz en una canción sin final como ya ocurriera hace 10 años con La Ley, y en el que volvemos a tener la mejor versión de un músico sin límites creativos, que hace lo que le da la gana, pero que se toma muy enserio el verdadero sentido que tiene la música: el puro y máximo disfrute.

Mayéutica es el disco perfecto para dar portazo a la inmediatez, y rugir de un rock abierto a los matices. Es también la excusa perfecta para no dejar de «bailar como una puta loca».

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