Rusell T.Davies lo ha vuelto a hacer.
El creador de Years & Years vuelve a HBO con It’s a Sin, una historia protagonizada por un grupo de amigos, y ambientada en el Londres de la década de los 80 con la irrupción del SIDA como telón de fondo.
Ritchie, Collin, Ash, Roscoe y Jill, la chica del grupo, llegan a la capital británica para seguir creciendo como personas y experimentar todos los cambios que traen los inicios de la mayoría de edad. Estudios, trabajo, amistad, decepciones, amores y sobre todo mucha exploración sexual, son las claves de los capítulos iniciales. También, la llegada de las primeras y confusas noticias del mal llamado en sus inicios «cáncer gay», y cómo afecta a los protagonistas en su desarrollo a lo largo de los cinco capítulos que dura la miniserie. El miedo, la confusión, la incredulidad o el negacionismo, son solo algunos de los estadios que abarca una trama en la que los personajes se mueven como pez en el agua.
It’s a Sin es una historia protagonizada por un grupo de amigos, y ambientada en el Londres de la década de los 80 con la irrupción del SIDA como telón de fondo.
El arco narrativo de los cinco amigos, sus situaciones personales y unas interpretaciones muy notables, son las claves de una serie cuya estética también es impecable. It’s a Sin es tan vibrante como dramática, con unos diálogos que te sitúan directamente en la acción, y un baile entre la risa y la emoción más realista digno de alabar.
Una obra al más puro estilo Rusell T.Davies y desde el punto de vista, como ocurría con Years & Years, de un elenco coral con unas subtramas que convergen en el mismo puerto. Brilla especialmente Lydia West en su papel de Jill poniendo en valor la cordura, en ese papel de amiga que nunca te deja atrás y representando la mejor versión del activismo de la época, y un Callum Scott Howells encarnando a la ternura que en It’s a Sin se llama Collin, y que te conquista desde su primera aparición.
A nivel técnico es una de las mejores series que he visto últimamente, gracias al tratamiento del color y la dirección de fotografía, muy importante en las escenas de fiesta y alegría, pero que sin embargo, no pierde el pulso en las partes más duras del metraje.
Por su parte, la música también cobra una importancia tremenda en el desarrollo de la miniserie, que ayuda a mantener el ritmo ágil de su montaje, con auténticos éxitos ochenteros que empiezan a sonar en la cabecera, con la canción de Pet Shop Boys y que da nombre a la serie, interpretada por el grupo que lidera Olly Alexander, el actor que da vida a Ritchie. No faltan bandas míticas como Joy Division, Queen, R.E.M o Blondie, para poner la nota musical a una historia tan impecable como necesaria.
Así, ¿por qué It’s a Sin es de visionado obligado? Pues porque salvando las «distancias pandémicas», nos acerca a una realidad de la que desgraciadamente, no estamos tan lejos. En la serie como en la vida, hay estigmas, desconocimiento y mucho miedo, pero también hay ganas de vivir, y eso no hay virus que nos lo quite.
No faltan bandas míticas como Joy Division, Queen, R.E.M o Blondie, para poner la nota musical a una historia tan impecable como necesaria.