Oriol Paulo es el encargado de llevar la batuta de El Inocente, la última serie de Netflix que hace las delicias de los amantes del thriller y los maratones de fin de semana.
Con Mario Casas a la cabeza de un gran elenco en el que encontramos a Jose Coronado, Alexandra Jiménez, Aura Garrido, Juana Acosta, Miki Esparbé, Ana Wagner o Gonzalo de Castro entre otros, esta miniserie es un laberinto de misterio, mucha violencia, pero también de segundas oportunidades.
La premisa de El Inocente parte de una pelea durante una noche de fiesta, que acaba con la muerte de un chico y en la que se ve implicado Mat, el personaje interpretado por Mario Casas. A raíz de ahí, la trama aborda la vida del protagonista años después y las consecuencias del pasado para él y los de su alrededor.
El Inocente, la última serie de Netflix que hace las delicias de los amantes del thriller.
Sin entrar en spoilers y centrándonos en el guion, cabe destacar que la serie lo tiene todo para gustar al gran público. En primer lugar, cuenta una historia que está muy bien escrita y tratada, sobre todo a nivel estructural y narrativo ya que, aunque la premisa inicial es muy concreta, conforme se suceden los capítulos la trama viaja por diferentes subtramas y estados, que ponen en valor la intervención de todos los personajes.
De hecho, uno de los puntos más positivos de El Inocente, es esa relación capítulo-personaje y la forma en la que estos cuentan su propia historia personal y punto de vista, a través del recurso de la voz en off que como espectadores, nos sitúa en su universo. No obstante, el hecho de que el guion esté tan perfectamente estructurado, con tanta acción y repleto de giros que te dejan boquiabierto, impide de alguna forma, empatizar más con los personajes que en varios momentos se diluyen y no van de la mano trama.
Otro de los elementos a favor de la serie es el uso de los cliffhangers que cumplen perfectamente su cometido, y nos mantienen en vilo durante todo el metraje, nos hacen partícipes del puzzle y nos anima a ser una parte más de la investigación que capitanea el personaje de Alexandra Jiménez, que junto con Ana Wagner, brillan especialmente en este universo oscuro creado por Paulo.
La serie lo tiene todo para gustar al gran público.
Y digo esto de universo oscuro, porque a nivel técnico, la serie destaca por tener una calidad indudable muy cerca a lo que el director nos tiene acostumbrados, y que ya vimos en Contratiempo o El Cuerpo. Explota el recurso de la iluminación en clave baja, algo que viene siendo más habitual de lo que me gustaría en las ficciones de hoy en día, así como el uso de localizaciones en exteriores nocturnos e interiores muy concretos que juegan a favor del argumento.
Por poner algunos peros y como decía antes, hubiese sido muy interesante explorar mucho más el arco narrativo de algunos personajes como el de Miki Esparbé que resulta ser uno de los detonantes de la trama, y pasa bien desapercibido, o el de Mario Casas, que aunque es el total protagonista y demuestra que sigue evolucionando como actor, a mi juicio interpeta un Mat demasiado contenido al que le pido más. Me incomoda también el alarde de violencia que existe hacia la segunda mitad de la serie, y del que no puedo dar demasiados detalles.
Con todo, no cabe duda que el mejor Oriol Paulo aterriza en Netflix con una serie tan laberíntica como adictiva, sustentada por una estructura perfecta y un elenco lleno de estrellas. Ideal para devorarla de una sentada.
Una serie tan laberíntica como adictiva, sustentada por una estructura perfecta y un elenco lleno de estrellas.