Volar: ir o moverse por el aire, sosteniéndose con las alas.
Con esta definición tan poética que propone la RAE de una palabra tan bonita como es el verbo volar, no se me ocurre otra cosa que escribir sobre la suerte de charla que tuve con Carlos Hipólito y Mapi Sagaseta, aprovechando su paso por el Teatro Talia de Valencia de la mano de Rita, una obra de teatro escrita por Marta Buchaca y dirigida por Lautaro Perotti, en la que por primera vez, Carlos y Mapi se quedan solos ante el peligro y se agarran de la mano para volar juntos sobre el escenario.
De hecho, y como en la vida, aquí tampoco dejan de sostenerse el uno al otro, y creo que ese es el ingrediente estrella, o al menos uno de ellos, de un viaje vital común que iniciaron con un cruce de miradas entre bambalinas hace 25 años, y que hoy, se mueve por el aire con la misma admiración que aquel primer día. Así al menos lo percibí yo.
La verdad es que podría haber empezado esta introducción alabando la carrera de Carlos Hipólito como el gran actor versátil que es, o dándole las gracias por convertirse en la voz de España, con su inolvidable aportación a ese Carlos Alcántara de Cuéntame. También podría haber destacado de Mapi Sagaseta que fue musa de Garci, o que un valenciano como Carles Mira le despertó el gusanillo de la interpretación, que compaginó a la vez con su querida danza. Podría decir tantas cosas…
Pero casi prefiero que sean ellos los que nos cuenten que está suponiendo este viaje llamado Rita y guardarme para siempre en mi cabecita esta charla tan especial. Quién le iba a decir a aquella niña de once años que pisó un teatro por primera vez, que tiempo después, tendría la suerte de charlar con dos referentes que aman la interpretación y han encontrado en el escenario su hábitat natural. Quién nos iba a decir a mi chico y a mí, que años después de ver El Crédito de Jordi Galcerán, volveríamos a encontrarnos con Carlos, así, de esta manera tan personal, tan de verdad. Quién les iba a decir a Julia y Toni, sus personajes en Rita, que iban a tener la suerte de nacer de la mano de dos actores tan comprometidos, con tanta realidad.
Primero fluir, después, volar.
-Empezamos con Rita. ¿Cómo llega el texto a vuestras manos?
-Carlos: La obra llega de la mano de Miguel Cuerdo, productor de LaZona que fue quien nos propuso el texto. A nosotros nos gustó mucho porque nos pareció que era una obra que tenía mucha ternura dentro, era aparentemente un tema muy dramático pero tratado de una manera muy cómica y esto nos sorprendió mucho. El texto es de Marta Buchaca que es una joven autora catalana con un talento increíble y nos pareció muy cercano, los personajes también lo eran, y hablaba de cosas que al público podía llegar a conmover, a llegar, a tocar dentro. Nos tiramos a la piscina. Encontramos al director ideal para esta obra que es Lautaro Perotti, uno de lo directores de Timbre 4, una compañía argentina con la que nosotros tenemos mucha relación profesional y personal porque hemos trabajado con ellos y la verdad es que está siendo un viaje precioso.
-Mapi: Sí, arrancó con la propuesta de Miguel y con la sugerencia de Carlos de ofrecerme a mí el personaje, imagínate que regalo. Julia es un personaje muy bonito y además me ha dado la oportunidad de interpretar un papel protagonista en teatro porque yo siempre había hecho secundarios, y estar al lado de un actor como Carlos, con esa generosidad que le caracteriza, sabía que iba a salir bien. Yo me puse en sus manos, en las de Lautaro, y desde el primer ensayo fue un sueño. Se creó un equipo fantástico en todas las áreas y con todos los obstáculos que hemos tenido que sortear por la pandemia, ya llevamos más de 100 funciones, somos unos afortunados.
-Aunque ya habéis trabajado juntos en otros montajes, esta es la primera vez que os quedáis solos en el escenario, mano a mano.
-Mapi: Exacto, no es la primera vez que trabajamos juntos. Ya hicimos La Mentira y un Macbeth a la vez que estábamos haciendo Rita, pero sí es la primera que vez que estamos los dos solos en el escenario. Nos va muy bien, es un acompañamiento fantástico. Durante muchos años Carlos ha estado haciendo giras, dejando atrás a su familia para trabajar, y ahora podemos hacerlo juntos. Es una suerte.
-Carlos: Sí y de hecho, mi idea de que lo hiciera Mapi coincidía plenamente con la idea de Miguel Cuerdo, él quería que lo hiciéramos los dos pero no me dijo nada por aquello de que pensaba que quizás yo no quería trabajar con mi mujer, por esa cosa de estar todo el día juntos y después trabajar todo el día juntos, pero la verdad es que está siendo un viaje estupendo porque lejos de provocarnos agobio es todo lo contrario. Estamos súper a gusto, nos entendemos muy bien en el escenario y podría no ser así, podríamos querernos mucho en la vida y estar muy bien juntos, pero en el escenario no entendernos, sin embargo, somos dos actores que tenemos una concepción muy parecida del trabajo y hay mucha química entre nosotros a la hora de trabajar cada día. Además, el hecho de poder comentar la jugada al llegar a casa nos une más.
-Una casa en la que se respira teatro, ¿no?
-Carlos: Totalmente. Yo me iba de gira y Mapi se quedaba cuidando de nuestra hija, que en aquella época era pequeñita, porque decidió hacerlo así, con el trabajo que eso conllevaba.
-Mapi: Sí pero yo siempre supe que el escenario era mi vida y mi pasión. He tenido suerte porque aunque con muchas pausas e intervalos, al final llevo en esta profesión desde los 18 años. De hecho, fue un valenciano, Carles Mira, el que me metió el «veneno» de la interpretación, con su película Jalea Real. Me llamó para ser su protagonista. Yo nunca había pisado un plató como actriz y ese momento me enganchó para toda la vida a esta profesión.
-Carlos: De hecho, y por lo que te decía antes de nuestra hija, ahora es una mujer que tiene ya 19 años y está en Madrid haciendo una de las protagonistas del musical Grease. Interpreta a Marty, una de las Pink Ladies y está feliz. Nos reímos mucho porque nosotros estamos de gira y ella se queda en Madrid actuando. Fíjate la vida que curiosa.
-¿Y cómo lleváis vosotros, como actores con tanto bagaje, la convivencia con las nuevas voces y nuevos creadores?
-Carlos: De maravilla. Nosotros hemos intentado siempre no convertirnos en unos idiotas, que creen que lo saben todo y que no quieren mezclarse con la gente nueva. Para nosotros es todo lo contrario, intentamos arriesgar con ellos, aprender y enseñarles lo que podemos también.
-Mapi: Yo ahora estoy haciendo un taller con Claudio Tolcachir y trabajo con gente joven que veo muy comprometida y muy inteligente. Ellos tienen más medios y más formación que cuando empezamos nosotros y se nota. Es una maravilla trabajar con ellos.
-Carlos: Las nuevas generaciones de actores tienen muy buena formación. Piensa que en la época en la que yo empecé había muy pocas escuelas, y eso que yo soy actor de escuela porque me formé en la Escuela de William Layton, un maestro inglés. De hecho, Mapi fue allí años después, y la verdad es que no era muy común formarte en una escuela sino más bien a pie de escenario. La suerte ahora es que hay muchas escuelas y la gente llega al escenario muy preparada, además, nosotros estamos en contacto con las nuevas generaciones y sus inquietudes gracias a nuestra hija.
-Mapi: Al final lo que uno desea es que la oferta esté a la altura de la demanda. Hay muchos actores que desean trabajar en esta profesión pero la oferta todavía está muy limitada. Creo que la cultura sigue siendo la hermana pequeña y este país se transformaría mucho más si se apoyara a la creación, a los actores bien formados. No queremos que se vayan a Europa, queremos que se queden aquí, que construyan sus historias y den vida a tantos teatros que están vacíos.
Somos dos actores que tenemos una concepción muy parecida del trabajo y hay mucha química entre nosotros a la hora de trabajar cada día.
-Como espectadora pienso que los programadores podrían apostar por traer más teatro contemporáneo, textos con los que las nuevas generaciones nos sintamos identificados. De hecho, considero que Rita es uno de ellos porque habla de temas tan universales como la vida, la muerte, la familia, el amor, etc. Venimos de los clásicos, sí, pero, ¿pensáis que una obra como Rita ayuda a que el público joven se anime a llenar las salas?
-Mapi: Yo creo que sí y que la enseñanza teatral se ha enfocado muy mal desde el colegio, igual que la danza, la música, la pintura, etc. Se pierde mucho talento en el camino y ese talento después no sabe encontrar las vías que tiene para desarrollarlo y para conocerlo. Hay un problema de infraestructura cultural en este país.
-Carlos: Para mí el teatro clásico no está reñido con el que llamamos contemporáneo. De hecho, hay una compañía nacional que hace una labor de divulgación estupenda. Pero sin embargo, si te fijas en la programación del CDN o de los Teatros del Canal, hay muchos creadores nuevos que están poniendo sus historias sobre el escenario. Yo creo que es muy importante que los textos sean nuevos y que los directores jóvenes tengan la oportunidad de revisitar textos que ya se han hecho. Muchas veces, la modernidad de un texto depende la lectura que se haga de él, de donde el director cuenta la historia, de cual es su mirada, esto es muy importante.
-Mapi: Al final el buen teatro es atemporal.
-Carlos: Claro, un gran maestro decía: en el teatro no hay géneros, sino más bien dos tipos, el teatro bueno y el teatro malo.
-Decíamos antes que Rita aborda temas tan trascendentales como la vida y la familia, otros tan tabú como el derecho a morir y la propia muerte. Son asuntos que entre el público inevitablemente, pueden generar debate. ¿Qué supone para vosotros como actores tratar estos temas, y qué estáis aprendiendo de la función?
-Mapi: Yo cuando leí el texto primero intenté entender lo que pasaba en esta familia y las discrepancias que habían entre nuestros personajes. Rita habla de lo que supone dejar marchar a un ser querido con el ejemplo de una madre que está en estado vegetal y una perrita que está enferma y a la que hay que sacrificar, con lo que eso conlleva a la hora de tomar decisiones. Yo sabía que esta historia se puede colar en muchísimas casas porque son temas que nos tocan a todos. Esta obra hace preguntas pero no da respuestas, no adoctrina sobre lo que tiene que hacer con su vida ni con la de nadie. Expone un tema y la gente se pregunta cosas, eso es lo bonito. A nivel personal es más duro ahora que al principio porque conforme pasan los días vas descubriendo cosas nuevas que a ti también te dan de lleno.
-Carlos: Es muy emocionante hacer esta función. Primero, nos hace mucha gracia hacer de hermanos después de llevar 25 años casados, la complicidad la traíamos de casa. Pero la suerte es que la obra está muy bien escrita y los personajes pasan por muchos lugares. La astucia de Marta Buchaca dialogando es perfecta. Rita está pensada desde el humor pero de repente hay momentos en los que el público puede pasar a emocionarse con unos silencios preciosos, la gente se conmueve. La obra habla de la familia, de lo que nos cuesta despedirnos de los seres queridos, pero también habla del lugar que cada uno ocupamos en esa familia, a cada uno nos han dado un rol y ese tipo de cosas hacen que el público se identifique inmediatamente.
-Mapi: Marta tiene un humor muy agudo. Yo leí la obra del tirón y dije: «aquí hay algo, tiene inteligencia».
-¿Y quiénes son Julia y Toni?
-Carlos: Estos dos hermanos son dos neuróticos desquiciados, cada uno en su estilo. Eso les hace muy cómicos.
-Mapi: Yo creo que más que desquiciados ellos, son la relación que tienen entre ellos.
-Carlos: Pero cada uno por separado plantea cosas distintas y tienen sus paranoias, sus historias. Toni es un hipocondriaco compulsivo, muy simpático, pero muy neurótico.
-Mapi: Julia necesita la aprobación y el reconocimiento todo el rato porque nunca sabe que decidir.
-Carlos: Todo esto les hace muy cercanos y vulnerables. Además, la historia está muy bien desarrollada que hacen que la dinámica del texto sea rápida, son sketches que presentamos como flashes de la vida de los dos y avanza muy rápido. Ese dinamismo de la obra a nosotros nos ayuda mucho.
-Mapi: Sí, además es una obra que está concebida de una forma muy teatral, somos nosotros los que jugamos con la escenografía, los que movemos los elementos en el escenario, y se va creando una atmósfera muy interesante para nosotros como actores y para el público.
La obra habla de la familia, de lo que nos cuesta despedirnos de los seres queridos, pero también habla del lugar que cada uno ocupamos en esa familia, a cada uno nos han dado un rol y ese tipo de cosas hacen que el público se identifique inmediatamente.
-Después de 100 funciones y esa inmersión tan grande con vuestros personajes, ¿cómo valoráis la respuesta del público?
-Carlos: El feedback del público es genial desde el principio y además, ya que estamos en Valencia aunque sin hacer spoiler, creo que esta función tiene algo muy mediterráneo que a los de esta zona os gusta especialmente.
-Mapi: Hemos tenido a un público maravilloso durante todo este tiempo. Cuando más sufrimos fue en los picos más altos de la pandemia, porque nosotros estrenamos en enero y todos los mensajes de los medios eran «tenemos que confinarnos», «hay que limitar las salidas», sin embargo, el teatro siempre estaba lleno y la gente disfrutaba. Al final de la función éramos nosotros los que les aplaudíamos a ellos por venir. Éramos de los pocos actores en Europa que trabajábamos en ese momento, imagínate. La respuesta de la gente siempre ha sido muy cálida.
-Carlos: Fíjate si la respuesta del público fue buena que conseguimos estar 12 semanas en Madrid. La gente venía con una actitud casi militante, dándonos las gracias. El feedback respecto al texto ha sido una maravilla, siempre recordamos a una señora que nos dijo: «Me ha encantado la obra porque me ha emocionado muchísimo pero no me ha hecho sangre». Lo más bonito es que nos decían que lo pasaban bien, que se reían y que les había supuesto una reflexión y un debate que al final, es lo que tiene que hacer el teatro.
-Y después de Rita, ¿Qué tenéis entre manos?
-Carlos: Vamos a seguir de gira con Rita hasta marzo seguro pero tendremos que hacer un descanso porque yo estreno en el Matadero de Madrid el 2 de marzo un monólogo que se llama Oceanía y después también haré gira con esto, pero la compaginaremos con la función de ahora. ¡Nos queda Rita para rato!
-Mapi: Yo me entretendré buscando textos que apetezcan para volver al escenario cuanto antes y como dice Carlos, seguiremos con Rita hasta que nos dejen.
-Carlos: Ahora tenemos que encontrar un texto con una chica joven para poder hacerlo con nuestra hija.
-Mapi: ¡Ya nos lo han ofrecido algunos productores! Ojalá, algo haremos porque sería precioso.
Queremos que los actores se queden aquí, que construyan sus historias y den vida a tantos teatros que están vacíos.
Dos días después de esta charla pude disfrutar de Rita en la mejor compañía, y tuve la oportunidad de corroborar todo lo que Mapi y Carlos compartieron conmigo, en la intimidad del camerino del Talia. Como bien decía aquella espectadora, Rita es una obra que no hace sangre porque está escrita e interpretada desde dentro, sin elementos que distraigan, sin nada que la altere, en un ejercicio actoral, narrativo y escenográfico, que solo pide la atención que merece. Julia y Toni debaten, discuten, se odian y también se quieren; aunque no sé si tanto como Mapi y Carlos que demuestran que en el escenario se transforman, se concentran, pero en la realidad se admiran, se adoran.
Su generosidad, nuestras ganas de seguir creando. Y es que ya lo decía al principio: primero fluir, después, volar. Gracias por este regalo.