Siempre he pensado que la música tiene el superpoder de curar el alma. Y hay veces que para lograr ese proceso curativo interior solo necesitamos escuchar una guitarra y una voz que nos cuente una historia, que nos diga algo, que nos remueva por dentro.
Víctor Miranda es un joven cantautor alicantino, «made in terreta», cuyo pentagrama es la calle y su compás son las canciones. Es de esos músicos completos que pelean cada día por trabajar en una industria que es tan enriquecedora como complicada, pero que de repente te da la oportunidad de compartir versos con uno de los más grandes y lograr despertar emociones en el público presente.
Así es como descubrí a Víctor, cantando con Andrés Suárez allá por 2018 en la Sala Matisse. Hubo algo de él que a mi chico y a mí nos llamo la atención. Fueron sus letras, su timidez o quizás esa ilusión por estar delante de uno de sus referentes.
Sin saberlo, Miranda nos enseñó lo difícil e importante que es abrir un concierto y el valor que tienen los a veces mal llamados «teloneros». ¿Teloneros de qué? Artistas con todas las letras que comparten sus vivencias en forma de canción.
El concierto acabó y el tiempo pasó, pero un día de compras por Valencia volvimos a coincidir con él. Refugiado en la poca sombra de la calle más comercial de la ciudad, cantaba ‘El sitio de mi recreo’ de Antonio Vega con su guitarra al hombro y la mirada de unos cuantos presentes curiosos. Nos acercamos y creo recordar que puso un poco cara de susto. Le dijimos que le habíamos visto en la Matisse aquel diciembre de 2018 y que nos había encantado su música y su dúo con Andrés. Él nos dio las gracias y nosotros le dimos todo lo suelto que llevábamos. Es lo mínimo que podemos hacer cuando una persona te regala su arte tan desinteresadamente y juega a ser un oasis en medio de las bolsas y las prisas.
Así es como conocimos a Víctor y así es como os lo quiero presentar. Como un niño que con trece años convirtió la música en el centro de su universo y lo llevó a la calle, a las salas, a la cola del casting del talent show más famoso del país y también a las redes sociales, tan importantes para gente como él en estos tiempos.
-La charla empieza aquí, hablemos del principio. ¿Cómo te inicias en el mundo de la música?
Bueno, con 13 años comencé a tocar con un amigo la guitarra sin ningún otro objetivo que tocar nuestras canciones favoritas, y todo fue caminando a partir de ese momento hacia un dirección en la que la música se convertía poco a poco en el centro de todo.
-Tu andadura empieza con la guitarra y poco a poco comienzas a escribir tus propias letras. ¿Qué proceso creativo sigues a la hora de componer?
Creo que nunca hay un proceso de composición al cual aferrarnos y que sea el “correcto” por así decirlo, y creo que eso lo hace en parte especial. Hay veces que a partir de una progresión de acordes aparece una melodía, en otras ocasiones a raíz de una frase se desarrolla el resto de la canción, y otras que le damos música a una letra escrita ya terminada.
-Y a nivel narrativo, ¿en qué te inspiras cuando escribes una canción?
Me cuesta muchísimo hablar de temas, emociones o vivencias que no he vivido. De hecho la creación suele ser a partir de la tristeza, y creo que eso a veces puede jugarte una mala pasada ya que, realmente me es complicado en este momento expresar quizás emociones o experiencias más “felices”.
-Entonces, ¿qué tiene que tener la canción perfecta?
Creo que no hay canción perfecta y que definir qué es una buena o mala canción es algo muy subjetivo. Pero te diría que una buena canción debe tener una condición siempre presente: emoción.
Si la canción logra transmitir y emocionar al oyente, creo que ha cumplido su cometido.
Te diría que una buena canción debe tener una condición siempre presente: emoción.
-¿Cuál es la canción que más emociona a Víctor Miranda?
“Slow dancing in a burning room” de John Mayer.
-En nuestro panorama musical tenemos grandes compositores «en la sombra», y otros como Pablo López por ejemplo, que comenzaron haciendo canciones para otros artistas y ahora están en primera línea. ¿Te has planteado alguna vez componer para otros y explorar más ámbitos sonoros?
Es algo que desde hace un tiempo ronda en mi cabeza y que me haría muchísima ilusión poder dedicarme en un futuro cercano. De hecho, ando estudiando sonido y producción musical con la intención de poder tener más herramientas a mi alcance que me ayuden a crear tanto para mí como para otras personas. Al final, cuantas más herramientas tengas, será más fácil explorar otros ámbitos o estilos, ya que creo que una canción puede cambiar mucho si se compone únicamente con una guitarra o si trabajas también con un ordenador con programas de audio.
-Cuando te escribí para realizar la entrevista me dijiste que te emocionaba mucho que todavía apareciera gente de aquella Matisse de Andrés Suárez; y aunque sé que bebes de influencias varias, ¿quiénes son tus referentes y por qué?
Bueno, supongo que en este caso en mi música los artistas que quizá hayan tenido más influencia sin duda alguna, creo que pueden ser el propio Andrés Suárez, Carmen Boza, Ed Sheeran o incluso John Mayer. En algunos casos no creo que tenga un estilo similar, pero sí es cierto que he pasado muchas horas escuchándolos y creo que eso se puede notar de manera indirecta.
-¿Cómo recuerdas ese concierto con Andrés Suárez?
Pues es uno de los recuerdos que tengo en un escenario que guardo con más cariño. Esa mezcla de emoción por hacer algo como cantar con tu referente, y nervios por no equivocarte con la letra a pesar de haberla cantado 30000 veces (pista: terminé equivocándome con la letra).
-También en 2018 lanzaste el que fue tu primer EP «Tregua», ¿qué nos puedes contar sobre él?
“Tregua” es una recopilación de canciones que compuse y que eso significó darme ese respiro y esa tregua con uno mismo. También creo que fue un EP que me ha ayudado a consolidar el sonido que habrá en futuras canciones y que estoy con muchas ganas de empezar a grabar y poder mostrarlas.
-Comentaba en la presentación de esta entrevista que tu hábitat como músico es la calle. Allí tocas y supongo que también aprendes. ¿Qué te aporta tocar en la calle y qué inconvenientes te encuentras?
Empecé tocando en la calle porque era una de las vías que encontré en su momento para poder mostrar mi música. La calle me ha aportado cosas muy bonitas y 2 años después del primer día que salí a tocar no lo cambiaría por nada. Gracias a poder estar tocando en la calle pude cantar con Andrés Suárez, algo que para mi “yo” del pasado que cantaba sus canciones en el coche de camino a tocar a la calle, le parece algo totalmente impensable. También he conocido a otros artistas como Luis Serrano con el que he ido a tocar a la calle muchísimas veces generando un vínculo entre los dos muy bonito. Puedes tener un día de mierda, estar tocando en la calle y solamente al ver que un niño baila mientras tú estás cantando, automáticamente le encuentras el sentido a todo.
Respecto a los inconvenientes, es innegable que tiene muchos. Creo que es algo que socialmente todavía hay gente que tiene prejuicios y que considera que los artistas que estamos en la calle es porque no valemos tocar en cualquier otro sitio.
Por otro lado creo que las leyes sobre la ocupación de la vía pública están obsoletas y hay una gestión bastante rudimentaria de los permisos en líneas generales. La policía siempre suele echarnos de los lugares sin importar la época ni las circunstancias actuales en las que no tenemos ningún concierto a la vista.
Puedes tener un día de mierda, estar tocando en la calle y solamente al ver que un niño baila mientras tú estás cantando, automáticamente le encuentras el sentido a todo.
-Y de la calle a la TV, porque una de tus «apariciones» más recientes fue en el OT Fest de Operación Triunfo, y el posterior casting para la edición de 2020. ¿Cómo valoras la experiencia?
Sin duda fué una experiencia de lo más bonita y enriquecedora. Para mí fue romper muchas barreras y muchos miedos cantar sin guitarra (algo que no suelo hacer), y cantando una canción de un estilo que se alejaba de mi zona de confort.
Más allá de los nervios del momento, creo que fue algo que me ayudó mucho a hacer autoánalisis y seguir trabajando.
-Otro de tus «motores» en redes sociales es subir covers y versiones muy personales. De hecho, durante este confinamiento te has aliado con Alba Infante (@coversdeirporcasa) y nos habéis alegrado la cuarentena con música. ¿Cómo nace esta unión musical tan especial?
Bueno, ya veníamos de tiempo atrás haciendo algunas versiones y el confinamiento fue la excusa perfecta para producir versiones nuevas desde casa y también tenernos entretenidos.
La verdad es que sí tenemos pensado grabar canciones de estudio juntos y espero que a finales de año se pueda concretar todo.
-Siempre que hablamos con creadores emergentes como tú aparecen las redes sociales como vía directa para llegar al público. ¿Qué papel juegan en tu carrera como músico?
Estamos en una época en que las redes sociales forman una parte importantísima de nuestra visibilidad como artistas, y creo que es algo que debemos potenciar ya que estamos a un click de llegar a una nueva persona. Eso hace años era algo impensable ya que el boca a boca y los conciertos eran las principales vías de difusión.
-Aprovechemos entonces esa visibilidad. Cuéntanos por qué debemos escuchar a Víctor Miranda.
Supongo que simplemente hago música para poder contar las historias y mi manera de gestionar lo que vivo. Y eso hace que en ellas haya verdad, que puedas saber por mis letras lo que he vivido y cómo lo he sentido. Y con suerte, quizás tú hayas vivido algo similar y te sientas identificado con mi canción.
Si algo está claro en esta locura de la cotidianidad es que te puedes encontrar joyas como Víctor y sus canciones de camino a casa o antes de uno de los conciertos de tu vida. Te animo a que busques su perfil de Instagram @victormirandamusica y te suscribas a su canal de YouTube para estar al tanto de la aventura del cantautor que inhala calle y exhala música.
Gracias por esta charla y bienvenido al escenario de «A 2 Voces».
Simplemente hago música para poder contar las historias y mi manera de gestionar lo que vivo. Y eso hace que en ellas haya verdad, que puedas saber por mis letras lo que he vivido y cómo lo he sentido.