Desde la Dama y el Vagabundo no había vuelto a leer un libro en el que los protagonistas fueran los perros.
Aunque el perro protagonista tiene un poco de Golfo, este no hubiera soportado enfrentarse a tanto dolor como lo hace Negro, el cruce de mastín y fila brasileña que narra una historia dolorosa.
Negro se reúne día tras día con otros perros del barrio, perros que no tienen el lugar que merecen y viven en las calles expuestos a cualquier daño. Una mañana, Negro lamenta que dos de sus amigos no están, como es habitual, bebiendo del abrebadero roñoso. Él se las sabe todas y gracias a su experiencia, a todos los palos recibidos en los rings dedicados a los perros de pelea inicia una gran aventura en busca de sus amigos. Negro y sus cicatrices viajan al pasado con un gran instinto de supervivencia y búsqueda de justicia, para aquellos que puedan haberle hecho a sus amigos tanto daño como le hicieron a él en sus años de perro joven.
Negro y sus cicatrices viajan al pasado con un gran instinto de supervivencia y búsqueda de justicia
Historia sobrecogedora, llena de sentimiento y violencia hacia una especie de animal de la que los humanos tenemos mucho que aprender. Para ellos no existe la clase social, política, el dinero o lo materialista, solo buscan amor, compañía y, en el caso de Negro, una justicia más que necesaria.
Arturo Pérez-Reverte es el autor de esta novela llena de un lenguaje atrevido, fuera de lo común, con palabras que no se suelen ver en todos los libros. Estamos acostumbrados a ponernos en la piel de algunos de los personajes de las novelas que leemos, pero creo que no es muy habitual, ponerse en la piel de un perro con tantas ganas de vivir sin ataduras. Pérez-Reverte siempre me sorprende, es uno de los autores que viven en mi librería. Si devoraste ‘Territorio Comanche’ devorarás sin dudar ‘Los perros duros no bailan’.
¿Y ese título? Si te adentras en sus líneas podrás averiguar enseguida su significado, seguro que si tienes mascota la habrás visto bailar en más de una ocasión.
Estamos acostumbrados a ponernos en la piel de algunos de los personajes de las novelas que leemos, pero creo que no es muy habitual, ponerse en la piel de un perro con tantas ganas de vivir sin ataduras