Como ya sabéis si leéis mis post, soy muy fan del cine español, y siempre estoy atenta a las novedades que nos ofrece nuestra cultura. La última cinta que he visto ha sido El Páramo, protagonizada por Inma Cuesta y Roberto Álamo, dos grandes del cine que interpretan a la perfección cualquier tipo de papel.
Los dos actores dan vida a un matrimonio con un hijo pequeño. La familia, vive excluida del mundo, aislada del resto de la sociedad, en un paraje solitario y perturbador, en el que tienen prohibido salir más allá del límite de su hogar. De hecho, si habéis visto El bosque, esa prohibición os recordara mucho a esa trama. La familia vive en su mundo rural después de haber sobrevivido a una guerra. En El Páramo todo se encamina, progresivamente, a que Diego, el niño protagonista, pierda la inocencia.
Los límites de la supervivencia material, mezclados con la paranoia del aislamiento, van trasladando la responsabilidad del contagio de la violencia y la desconfianza del padre ausente, a la madre abandonada y del propio niño hacia los animales que va escogiendo como alter egos y sacrificando ritualmente para asegurarse el alimento.
La última cinta que he visto ha sido ‘El Páramo’, protagonizada por Inma Cuesta y Roberto Álamo.
Por otra parte, hay una leve reflexión sobre la masculinidad: cuidadora, noble, emotiva o monstruosa. La presencia violenta del padre, que fuerza los límites de Diego “por su bien” o “porque tiene que ser un hombre”, y su posterior desaparición, son las que llevan al inminente deterioro del núcleo familiar. Será la madre la que asuma ese papel de padre, paranoide y brutalizador, a partir del segundo tercio de la cinta, mientras el niño va asumiendo como propios determinados roles, viviendo siempre con el temor de que las leyendas que su padre le ha narrado durante mucho tiempo, no sean un cuento de hadas, sino una verdadera historia de terror.
La película, que tiene un ritmo lento y en ocasiones un poco repetitivo, se acaba dividiendo en segmentos más o menos marcados según esos cambios en la relación de los personajes entre sí y con la realidad, donde muy pocas escenas oníricas marcan alguna evolución, pero realmente no ocurre nada que sea necesariamente “sobrenatural”. Paralelamente, en su juego nada disimulado sobre las relaciones familiares las amenazas entre madre e hijo, a pesar de la violencia que se va creando entre ambos, sobre todo de la adulta hacia el niño, suelen ser de autolesión.
Sinceramente, esperaba mucho más de esta película, tenía las expectativas bastantes altas, algo que suele ser un error, pero que siempre me ocurre con el cine español. Aunque la película no es una maravilla, las interpretaciones de sus protagonistas son bastante potentes.
Como apunte y hablando de cine patrio, ya está disponible en Netflix Madres Paralelas, la última película de Pedro Almodóvar, os contaré también que me ha parecido ese nuevo trabajo.
Hay una leve reflexión sobre la masculinidad: cuidadora, noble, emotiva o monstruosa.