Cuando alguien muere solemos decir: qué buena persona era, qué gran amigo, padre, madre, hermano, vecino, etcétera. Parece que nadie es «malo» cuando abandona este mundo. Eso mismo le ocurre a Carlos Ruíz Zafón. No estoy diciendo que fuera mala o buena persona porque no tuve el gusto de conocerle, pero lo que sí sé es lo gran contador de historias que ha sido. Uno de los escritores de mi vida.
Zafón llegó a mis manos cuando apenas tenía 10 años. Esperé a crecer un poco, un par de años, para disfrutar de ‘La Sombra del Viento’. Siempre he leído libros que no estaban catalogados para mi edad intercalados con novelas infantiles como ‘Manolito Gafotas’. Mi madre había quedado maravillada con la historia de Daniel Sempere y su cementerio de libros olvidados e hizo que yo cogiera con ganas esta historia que se desarrolla en ese primer título y en ‘El Juego del Ángel’, ‘El Prisionero del Cielo’ y ‘El Laberinto de los Espíritus’. Zafón es descripción, rapidez, delicadeza y humor negro envuelto en lo arcano, y en unos mundos llenos de sombras fantasmales, pasado y futuros inciertos.
El autor se da a conocer en 1993 con ‘El Príncipe de la Niebla’, que forma, con ‘El Palacio de la Medianoche’ y ‘Las Luces de Septiembre’, la Trilogía de la Niebla. En 1998 llega ‘Marina’ y se convierte en el escritor más leído de la historia de España después de Cervantes.
Introducida en ‘La Sombra del Viento’ sabía que este escritor iba a marcar un antes y un después en la literatura. Me impactó. Leer un libro en el que los libros son los protagonistas me llamó tanto la atención como a su protagonista, un pequeño que en 1945, es conducido por su padre al corazón de una vieja y misteriosa biblioteca en la que el niño encuentra un libro maldito, que le arrastra a un laberinto de intrigas y secretos de una ciudad oscura.
En 1998 llega ‘Marina’ y se convierte en el escritor más leído de la historia de España después de Cervantes.
Barcelona es el escenario protagonista de las tinieblas de la posguerra. Intriga, suspense y mucha comedia de la mano de un personaje con nombre de torero, Fermín Romero de Torres, alguien imposible de olvidar. Zafón supo mantener el misterio hasta la última página. La historia se extiende en los libros que tienen como protagonista este fabuloso cementerio, pero con los saltos temporales y nuevos personajes al lado de Daniel y sus queridos libros. Aventura y emoción en cada una de las páginas, algo que no deja de lado en sus primeros hijos, la Trilogía de la Niebla.
‘El Príncipe de la Niebla’ te introduce en un mundo fantasmagórico en el que un misterioso y real personaje interviene en las vidas de la familia Carter, especialmente en los hijos mayores, Alicia y Max. Escapando de la Segunda Guerra Mundial abandonan su casa para vivir en un pueblo a la orilla del mar. Ese príncipe dará que hablar a estos jóvenes que aún no conocen el poder de la palabra «prometer». Creo que este libro ha marcado a mucha gente de mi edad, de hecho, es el favorito de algún amigo mío.
En ‘El Palacio de Medianoche’ los adolescentes, Ben, Sheere y sus amigos de la Chowbar Society deberán enfrentarse al más terrible enigma de la historia de la ciudad de los palacios con un tren en llamas que atraviesa la ciudad de lado a lado y siembra el terror entre las calles de Calcuta, en 1932, un pueblo que no conoce su pasado.
‘Las Luces de septiembre’ es una novela juvenil de fantasía en la que un misterioso fabricante de juguetes vive recluido en una gigantesca mansión poblada de seres mecánicos y sombras del pasado. Un enigma en torno a extrañas luces que brillan entre la niebla que rodea el islote del faro durante un mágico verano en Bahía Azul. Estos tres títulos son un billete a la fantasía, al terror, al amor, recomendados para hacer un maratón de lectura, ya que, en un par de días, puedes haber leído esta trilogía.
Llegó Marina. Nunca dejéis un libro a quien no tiene alma. Dejé esta novela a la persona equivocada y nunca más volvió a estar junto a sus hermanos en la estantería de la foto que tenéis en este post. Será uno de mis próximos auto regalos.
Marina narra la siguiente historia. En la Barcelona de 1980, un niño llamado Óscar, sueña despierto, deslumbrado por los palacetes modernistas cercanos al internado en el que estudia. En una de sus escapadas ilegales oye una maravillosa melodía que nace de un piano. Frente al instrumento está Marina, una chica delicada de salud que comparte con él una aventura en un enigma doloroso del pasado de la ciudad, en la que, un misterioso personaje de la posguerra se propuso el mayor desafío imaginable, pero su ambición lo arrastró por sendas siniestras cuyas consecuencias debe pagar alguien todavía hoy.
Fijaos. Zafón siempre se rodeaba de misterio, de niños o adolescentes y de personajes fantasmagóricos, reales y no, que dejaban un trabajo a medias y volvían para terminar aquello que les reconcome noche tras noche. A los personajes adultos siempre los señalaba con cierto aire infantil y cómico a la vez que delicado.
Mi madre y yo llevábamos años preguntándonos por qué Zafón no nos daba más historias y parece que ya sabemos la causa. El 19 de junio fue un día triste para el mundo de la literatura y la cultura. Cuando entré en el periódico y vi la noticia enseguida le mandé un mensaje a mi madre, quien comparte conmigo la afición por este hombre que desgraciadamente, fallecía ese día por culpa de su gran enemigo, el cáncer. De verdad os digo que ese día fue un día amargo en mi casa. Cuando se va alguien que crea magia juntando letras, perdemos la oportunidad de conocer historias y mundos increíbles.
Pero Zafón nos deja un legado, la mejor herencia, los libros.
Cuando se va alguien que crea magia juntando letras, perdemos la oportunidad de conocer historias y mundos increíbles.
1 Comment
Enhorabuena.
Me encanta la manera y el mimo con el que describes los libros. Se nota cual es tú pasión.
Sin duda un buen homenaje a Zafón.