Benditos sean los saltos y los pies que no dejan de moverse. Qué bien se está cuando la música nos da una descarga eléctrica de las que dan gustito. Qué oportunos los WhatsApps que nos descubren nuevos grupos. Y menudo ‘discazo’ se han sacado de la manga estos chicos que ya prometían desde que aterrizaron en nuestros oídos por 2020 con aquel sencillo llamado Antiaéreo, y que, con este nuevo álbum, no han hecho más que confirmar su evolución como una de las mejores bandas de rock del panorama musical actual.
Cowboys de la A3 es el álbum más reciente de Arde Bogotá, el grupo originario de Cartagena formado por Antonio García a la voz y guitarra, Dani Sánchez a la guitarra, José Ángel Mercader «Jota» a la batería, y Pepe Esteban al bajo, que después de El Tiempo y la Actitud (EP-2020) y La Noche (2021), se visten con botas de vaquero para regalarnos doce cortes de puro éxtasis que no dan lugar a la especulación: estamos ante un disco de puro rock desde la primera nota y hasta el último silencio.
Si hubiera que definir un concepto sobre el que versa el álbum de Arde Bogotá, ese es sin duda el viaje. Ya lo dice su título, con la clara referencia a la A3, carretera que conecta su Cartagena natal con el resto de la península y que marca la hoja de ruta de todas las canciones que componen este disco, cabalgando a lomos de un imaginario en el que también son importantes otros elementos como el mundo animal, los automóviles, el pasado, el deseo, la pertenencia a una generación o las idas y venidas, entre un montón de conceptos que convergen en piezas que bailan en la intensidad y la emoción, presentes en unas letras que evolucionan y muerden respecto a sus anteriores trabajos. Los Perros abre el disco como la exhalación que prometía en su adelanto y la declaración de intenciones que supone trabajar en doce canciones con hilo conductor.
Si hubiera que definir un concepto sobre el que versa el álbum de Arde Bogotá, ese es sin duda el viaje.
La primera parte del disco se compone de cuatro cortes que pasean felices entre el groove de Nuestros Pecados y la contundencia musical de Qué vida tan dura con una estructura tradicional en lo que a estrofa-estribillo se refiere, pero que estoy segura de que estará siendo súper efectiva en los directos de la banda. Ocurre lo mismo con Todos mis amigos están tristes, en una especie de rebelión lírica y poética, y un Clávame tus palabras que presenta un aspecto más oscuro con un derroche eléctrico tremendo acompañado de la inmensa capacidad vocal de Antonio para conectarnos con el rock más contundente.
Así y de a poco, se abre paso una vertiente acústica en la que «los Bogotá» también se mueven cual pececillo en el océano con la canción que da nombre al disco, casi en formato himno generacional por la letra que conforma su estribillo, y la preciosidad de tema que lleva por nombre Copilotos y que de veras, es una delicia auditiva que compite con La Salvación, canción magnífica que cierra el disco y que demuestra la versatilidad de la banda murciana presentada en un mismo trabajo.
Volvemos al barro con Veneno que retoma la vertiente rockera del álbum con subidas y bajadas llenas de riffs de guitarra, batería y una chispeante Fanta de limón, como aperitivo de la mística Escorpio y Sagitario, con su pegadizo estribillo que hará arder todo y se convertirá en la antesala perfecta para la exploración en Besos y Animales, o la humeante Flor de la Mancha, que parece otra de las joyitas acústicas del disco, y que sin embargo, pega un volantazo hacia un instrumental de esos que te empapan los ojitos si lo tocan en vivo.
Las letras de Arde Bogotá evolucionan y muerden respecto a sus anteriores trabajos.
Después de escucharlo casi hasta rayarlo, no es ningún secreto que Cowboys de la A3 copará las típicas listas de mejores discos nacionales de 2023 -al menos la mía- porque creo que así lo merece el buen trabajo hecho, pero lo que de verdad me resulta interesante de la explosión de los Arde Bogotá en estos últimos meses, es que por fin tenemos en el panorama musical una banda de rock que coquetea con el indie y no al revés. Ese, creo, es el verdadero mérito de estos murcianos sedientos de gloria.