Lejos de querer convertirme en la prescriptora de una plataforma de streaming en concreto, es de justicia reconocer que si te gustan las series y eres un poco curioso/a del «mundillo» audiovisual, sabrás que Apple lo está petando. Adivino sin necesitar contrastar muchas cifras que su éxito radica en el dineral que se dejan en cada producción que lanzan, y que su curación de contenidos es un engranaje casi perfecto. Por ello, a pies puntillas con su «pequeño» (cada vez más grande) catálogo, Apple TV+ se ha consolidado, a mi juicio, como la plataforma que mejores series está presentando actualmente.
Si nos lees con frecuencia sabrás que estoy entregada en cuerpo y alma a la vida y obra de Ted Lasso y muy a favor del universo Mythic Quest; sin embargo, la serie de la que quiero escribir hoy, se aleja por completo de la comedia blanca y se centra en la oscuridad, la psicología, el suspense, la ironía, una pizca de terror y sobre todo, una locura que no es tan transitoria como debería.
Servant, escrita y dirigida por M. Night Shyamalan, director de Señales (2002) o La Joven del Agua (2006) entre otras, hace su incursión más seria hasta la fecha en la pequeña pantalla narrando la historia de la familia Turner, compuesta por Dorothy (Lauren Ambrose), una famosa periodista de televisión y Sean (Toby Kebell), un prestigioso chef de alta cocina que sufren una serie de cambios muy importantes en su vida con la llegada de su primer hijo Jericho, y la aparición de Lianne (Nell Tiger Free), la joven niñera que se encargará del bebé y entrará de lleno a formar parte de una familia en la que nada es lo que parece.
‘Servant’ se se centra en la oscuridad, la psicología, el suspense, la ironía, una pizca de terror y sobre todo, una locura que no es tan transitoria como debería.
Catalogada como un thriller entre el drama y el terror, Servant es una serie que justifica con creces cada minuto de su visionado. De entrada, la trama empieza fuerte para explotar asuntos como la pérdida, la gestión del duelo y la necesidad irracional de pertenencia a un grupo, dando lugar a un espacio narrativo lleno de excentricidades y disparates, que lejos de resultar ridículos, marcan el tono de un discurso basado en la tensión y el terror psicológico con muestras de ironía y humor negro en el que los personajes se mueven como pez en el agua, pero sin abandonar en ningún momento el pulso que necesita la narración para mantener la intriga.
Así, uno de los puntos fuertes de la serie de Shyamalan es la elección de los actores y sus interpretaciones diez, con una clara evolución que se observa en la totalidad del elenco durante el paso de las temporadas, y muy especialmente en los personajes de Dorothy y Lianne, excelsas en su forma de dar vida a dos mujeres con un trasfondo en el que el papel de madre y la necesidad de sentirse queridas, actúan como el núcleo duro del concepto de familia y las une en el objetivo común de huir hacia adelante. Estamos, por tanto, ante dos personajes que a priori resultan muy alejados, y que sin embargo, tienen mucho más en común de lo que parece, mostrando diferentes aristas que se sitúan todo el rato en las emociones más extremas y que en ocasiones, ofrecen destellos de luz cuando ambas consiguen lo que desean. Tampoco puedo ni quiero dejarme en el tintero el excelente trabajo de Rupert Grint -el mítico Ron Wesley de Harry Potter-, en su papel de Julian Pearce, hermano de Dorothy y pieza importantísima del puzzle, con un personaje tan cínico como absurdo pero irremediablemente entrañable. Es probablemente una de las mejores interpretaciones del actor británico en su carrera.
Catalogada como un thriller entre el drama y el terror, Servant es una serie que justifica con creces cada minuto de su visionado.
Pero volviendo a esa exploración del universo narrativo, hay que destacar que la serie también se deja la piel en lo que a estética se refiere. Más cerca de la fashion film o el videoclip que de la ficción convencional, en Servant se justifica cada euro invertido en materia técnica. La dirección de fotografía es un espectáculo al servicio de la retina, con el uso de una buena serie de recursos estéticos que van de la mano de la trama en todo momento y que se evidencian a través de movimientos de cámara que te mantienen en alerta, planos cortos que invitan a descubrir la desasosegante intimidad de los personajes, y en general, un afán por convertir el audiovisual en un campo para la experimentación sobre un escenario -la casa de los Turner- más que propicio y prácticamente único, que ha sido diseñado al milímetro para actuar como un personaje más.
Confirmada la cuarta temporada aunque sin fecha de estreno, planteo la pregunta del millón: ¿Tiene Servant alguna pega? La respuesta es sí, y es que no es una serie hecha para espectadores impacientes.
Así que si tienes tiempo, mi consejo es el siguiente: prepárala con mimo, cocínala con gusto, disfrútala con compañía y devórala con todas las consecuencias porque tiene un sabor delicioso.
La dirección de fotografía es un espectáculo al servicio de la retina, con el uso de una buena serie de recursos estéticos que van de la mano de la trama en todo momento.