Si algo tenía claro para iniciarme en esta aventura llamada «A 2 Voces» es que mi primer post iba a ser sobre una serie.
Pero no una serie cualquiera, sino la serie de mi vida. Quizás suena demasiado intenso esto que digo pero cuando tienes una conexión tan heavy con algo, creo que vale la pena contarlo.
Empecé a ver Friends una tarde cualquiera de un día que no recuerdo, en esos tiempos en los que existía Canal + y los menos afortunados solo teníamos acceso unas horas al día. Y es que ver Friends es tan goloso como comerte un gofre a reventar de chocolate aunque a veces te ponga las constantes vitales demasiado altas.
¿Quién no ha querido ser por una vez Monica, Rachel, Phoebe, Chandler, Joey o Ross?. O mucho mejor, ¿quién no querría formar parte de ese grupo de amigos, cuya única preocupación en la vida es que no les quiten el sofá de la cafetería en la que se cuentan sus vidas a diario? estoy segura que mucho de vosotros os habéis visualizado más de una vez en el Central Perk con Gunther al otro lado de la barra.
Los 90 fueron tiempos de lo más fructíferos para la ficción americana y después de 25 años de éxito, el fenómeno Friends no ha hecho más que confirmar esta realidad. Y es que al final, lo único que necesitaban Marta Kauffman y David Crane -los padres de la criatura-, era meter en el horno todos los ingredientes y poner la temperatura adecuada hasta gratinar.
Pero, ¿por qué es tan importante el contexto en una serie como esta?. Como decía, la década de los 90 fue una de las épocas doradas de la ferviente ficción de nuestros colegas americanos. En antena competían títulos como la mítica Seinfeld, Cosas de casa o El Príncipe de Bel-Air, entre muchos otros ejemplos que conseguían ganarse el corazoncito de los espectadores o que por el contrario, pasaban sin pena ni gloria por la parrilla.
Tal y como apunta Kelsey Miller en su libro «I’ll Be There For You», las cadenas americanas habían encontrado un filón en el uso de técnicas de rodaje multicámara, con localizaciones contadas y en las que los protagonistas eran familias enteras de lo más peculiares.
Y así, en 1994 con todo este «batiburrillo» de talento, de la mano de la NBC y en una apuesta por explorar el universo de la comedia de situación más conocida como sitcom, aparecieron los colegas más famosos de la televisión y un proyecto que ya tenía pinta de ser caballo ganador.
El 22 de septiembre de 1994 se estrenó el capítulo piloto y después de las primera temporada, los datos de audiencia acompañaban, Friends se convertiría poco a poco en una religión con fieles en todas partes del mundo.
Porque tener esta serie como filosofía de vida es «pan comido», y más si como yo, has visto las diez temporadas del tirón una y otra vez y en cada visionado descubres algo nuevo. Podría ver mil veces «El de la Proposición» -mi favorito-, «El de las Vegas» o «El de cuando Ross se entera» por citar alguno de los 236 capítulos y nunca me cansaría de hacerlo.
Pero honestamente, ¿por qué seguimos viendo Friends con la cantidad de contenido que tenemos disponible actualmente? yo lo tengo clarísimo: la nostalgia es tan adictiva como el café.
Al inicio del post decía que una de las claves de la serie es la identificación con sus personajes. Sus interpretaciones te hacen formar parte de su universo.
¿Acaso importa que Mónica sea cocinera y siempre esté en casa a la hora de cenar?, ¿Nos interesa saber por qué están en el Central Perk a las 11 de la mañana?. No, nada de esto es relevante porque las aventuras de estos seis ‘locos’ van más allá de cualquier convención preestablecida y como espectadores, nos permite fantasear con cómo sería una vida perfecta si viviéramos en el corazón de Manhattan.
Mira, piénsalo. Joey no tiene un dólar en el bolsillo pero en el piso de Mónica siempre hay pizza para él, Rachel ya no es la niña de papá pero modela su vida a su gusto, Chandler tiene miedo al compromiso pero se compromete hasta el final, Ross se divorcia tres veces pero no cesa en encontrarse con Rachel, Monica quiere una familia y solo tiene que andar hasta el piso de enfrente para encontrarla y Phoebe no sabe cantar pero en su mundo particular, es la que lleva la voz cantante.
En definitiva, no es que Friends sea la serie de mi vida, es que Friends ya se ha convertido en mi vida.
Asumo con orgullo que soy esclava del marketing y estoy enganchada al merchandising del Primark, que mi novio es un tesoro por recorrer la ciudad y alrededores para conseguirme los Funko Pop de la serie y ser feliz quitándoles el polvo cada vez que arreglo la habitación, o que ya me he puesto una alarma para ver un reencuentro que todavía no sé cuándo va a ser.
Y es que al final yo misma tengo un poco de cada uno de ellos, porque aunque no vivo en Nueva York y el café me da ardor, tengo a mi Chandler particular, a veces tengo el guapo tan subido como es Rachel, en los mejores días me transformo en Joey, me gusta discutir casi tanto como a Ross, me entrego a la vida como Monica, y estoy aprendiendo a tocar la guitarra como Phoebe.
Por cierto se me olvidaba, “I’ll Be There For You” además de himno, ya es proyecto de tatuaje.
Larga vida, colegas.
10 Comments
¡Uau! Yo siempre he sido una mezcla entre Phoebe y Mónica, también llevo algo de Friends en mi vida.
Jaja ¡Enhorabuena por el artículo!
Uau! Gran post! Al igual que Bea, soy una de esas pocas personas que nunca vio Friends. Y tengo algo más que confesar, ni zapeando vi más de dos minutos! Pero al leer este post me ha entrado la curiosidad….Espero que como cuenta Aixa, Friends se convierta en la serie de mi vida. Gracias por el descubrimiento 🙂
Gran artículo! Certero y realista, jamas me cansaré de esta serie!
Que bien chicas, me encantan todas las secciones de vuestro blog
Estoy deseando ver esos artistas emergentes que hay por ahí tan buenos
Enhorabuena!!!
Lo reconozco… creo que soy una de las pocas personas sobre la faz de la tierra que no ha sido seguidora de esta serie… he visto algún capítulo suelto… pero no más.
Pero si tuviese tiempo, tú talento a la hora de escribir, ha despertado en mi las ganas de ponerme a ver la serie de principio a fin.
No sólo fui un fiel seguidor, si no que cumplí uno de mis deseos (y el de mucha gente, supongo) ya que tuve la suerte de visitar en Los Ángeles los estudios Warner Bros, donde consevan en uno de los sets el autentico Central Perk…el decorado original. Así que tengo una foto sentado en ese mítico sofá. No puedo evitar pensarlo cada vez que veo uno de los capítulos!! :-). Enhorabuena por el blog!! a seguir!
¡Qué envidia! Quién no ha se ha imaginado en ese sofá echando la tarde, eh? (;
¡Saludos y gracias por tu comentario, Alfredo!
Siempre me ha dado envidia el tener un lugar así done poder reunirte con tus amigos a tomar unas cervezas a cualquier hora en un lugar así jajaja
Las ventajas de una cervecería y la comodidad del salón de casa con tu sofá siempre disponible para tí
Me encanta friends . Son guapos , divertidos . Los malos rollos se lo toman con humor . Los amigos con los que todos soñamos
Una serie de los 90 pero que aún perdura. Nostalgia pura. Ánimo con el blog, es una pasada!!!