La fórmula Netflix sigue triunfando. Yo diría que es como la de la Coca-Cola, que nadie la sabe pero tiene ese ingrediente secreto que consigue engancharte. 

Eso precisamente es lo que ocurre con La Serpiente, el último gran éxito de la plataforma, co-producida junto a la BBC y que está basada en la historia real de Charles Sobhraj, más conocido como Alain Gautier, un asesino en serie que puso patas arriba la paz presente en los paraísos del sudeste asiático, Tailandia o India.

La Serpiente, es el último gran éxito de Netflix, co-producida junto a la BBC y que está basada en la historia real de Charles Sobhraj.

Tahar Rahim da vida de forma magistral a este psicópata de lujo que ha dedicado su vida a drogar, robar, secuestrar y en mucho casos, matar, a hippies y turistas venidos de todos los países del mundo.

Ese halo de misterio que envuelve al tal Sobhraj, va subiendo de tono capítulo tras capítulo, hasta convertirlo en un ser totalmente repulsivo pero que sin embargo, seduce y juega con el espectador, llevándolo al límite y siendo el único dueño de un escenario en el que puede pasar cualquier cosa.

Como partner in crime del protagonista y fiel sirvienta, encontramos a Monique de nombre real Marie-Andrée Leclerc, interpretada por Jenna Coleman. La actriz, encarna al personaje más contenido y plano a mi juicio, sobre todo en la primera mitad de la temporada, aunque es cierto que después despega y se vuelve vital para el desenlace de la historia. No es fácil ese papel de amante y soporte de un desequilibrado como Gautier, y lo cierto, es que Coleman aunque con algún pero, sale bastante airosa demostrando que es una gran actriz.

En el lado contrario, encontramos a los cuatro personajes que trabajan sin descanso para desenmascarar a Sobhraj capitaneado por Herman Knippenberg, un subalterno de la embajada de Países Bajos que luchará por hacer justicia con la ayuda de su pareja Angela y la intervención de Nadine y Remi, dos vecinos franceses que viven en el mismo complejo turístico que el psicópata y sus secuaces.

Como partner in crime del protagonista y fiel sirvienta, encontramos a Monique de nombre real Marie-Andrée Leclerc, interpretada por Jenna Coleman.

Billy Howle y Ellia Bamber en ‘La Serpiente’.

Sin duda, lo que más brilla en la serie además de su trabajada adaptación narrativa, es la estética setentera y la buena ambientación de la época. Esto es visible para el espectador con el uso de recursos como el tratamiento de color basado en tonos sepia y la desaturación, combinados con el contraste de los paisajes y escenarios por los que pasan los protagonistas, así como la magnífica elección del vestuario, creando un imaginario total y adentrándonos en el universo que pretende contar.

Por ponerle un pero que para mí no es tanto, es el abuso de los saltos temporales en el que se mueve la serie durante los ocho capítulos viajando entre el pasado y el presente de la historia, y que ha levantado alguna voz crítica por parte de la audiencia. No obstante, a través del montaje, el empleo de los flashblacks claramente diferenciados del resto de secuencias, y los rótulos, se puede seguir la narración sin temor a perderte entre los datos y los sucesos.

Con todo ello, La Serpiente se ha convertido en el último fenómeno que triunfa en Netflix y no es para menos ya que, todos los elementos que tiene reman a su favor: una producción sobresaliente, una historia real bien documentada, y el morbo de conocer de primera mano las andanzas de un psicópata que puso en jaque al mundo.

Lo que más brilla en la serie además de su trabajada adaptación narrativa, es la estética setentera y la buena ambientación de la época.

Tahar Rahim protagoniza ‘La Serpiente’.