El teatro es la disciplina reina de las emociones. Es el arte de los superpoderes y el tú a tú. Es la expresión en sí misma. Son las ganas de vivir un domingo al amanecer y la piel de un viernes noche. El teatro tiene tantas aristas como caminos al disfrute, y entre esos caminos, el teatro musical ocupa un lugar privilegiado.
Os hablaba hace unas semanas de lo mucho que me había gustado la edición especial 50 aniversario de Grease, el musical, y de lo importante que es para la cultura la alianza del cine con las artes escénicas, en su inmensa labor de rescatar clásicos de la gran pantalla para llevarlos al escenario, con la promesa de hacernos disfrutar de espectáculos tan únicos como el que ocupa las líneas de este post.
Desde el pasado mes de mayo y hasta el próximo 12 de junio, Ghost, el musical, llena de misterio las tardes y noches del Teatro Olympia de Valencia, contando la historia de amor de Sam y Molly, los míticos personajes a los que dieron vida en su versión cinematográfica Patrick Swayze y Demi Moore, cuyo testigo recogen ahora un David Bustamante (alterna el papel con el cantante Ricky Merino) que debuta como actor, y una Cristina Llorente que demuestra, con sus tablas, porque es una de las caras más reconocidas del teatro musical en nuestro país. El resto del elenco compuesto por nombres como el de Christian Sánchez en el papel de un buen antagonista como Carl, Ela Ruíz con su magistral Oda Mae o Esteban Oliver, en su cocktail de personajes y número musical estelar de fantasma del hospital, ya nos anticipan que vamos a ver un buen espectáculo.
‘Ghost, el musical’, llena de misterio las tardes y noches del Teatro Olympia de Valencia, contando la historia de amor de Sam y Mollie.
Poco puedo añadir del argumento puesto que Ghost es una de las películas más vistas (y emitidas) de la historia y uno de los musicales más aclamados por público y crítica nacional e internacional. La adaptación teatral cumple de sobra las expectativas de los más nostálgicos de este clásico (sí, estoy pensando en mi yaya y su adoración por Swayze y compañía) y además, añade la propuesta de valor de la música en directo, unos diálogos correctos, y muy especialmente unos efectos especiales escénicos que dotan de hiperrealismo todo lo que sucede en el escenario de principio a fin, dejando boquiabiertos a los espectadores. Con Ghost, el musical, estamos ante el espectáculo más efectista y bien resuelto de la cartelera, basado en un juego escenográfico que parece imposible a la vista y que literalmente revienta los sentidos. La elección de cada ambiente está perfectamente medido y combinado con la iluminación, que también juega un papel muy importante en la narración, con el fin de trasladarnos a ese más allá en el que ocurre la nueva vida de Sam y que delimita, con el uso de las luces frías y cálidas, lo terrenal de lo espiritual. A la carta de colores y las virguerías técnicas que evitaré desvelar, también hay que sumarle el buen trabajo de atrezo y vestuario, que vive su clímax particular en uno de los números musicales más frenéticos que recuerdo en una función protagonizados por Oda Mae, demostrando, que en el teatro, es igual o más importante lo que no se ve.
Entrando en terreno pantanoso y meciéndome sobre los brazos y la lucha entre el fandom y los críticos más puritanos, debo decir que Bustamante sorprende y para bien encarnando al Sam más mediático de todos los ‘Sams’ del universo. Dubitativo al principio pero seguro conforme se suceden los actos, el cántabro nos muestra una faceta desconocida de su carrera y resuelve, aunque sin desfondarse (no es algo que requiera el personaje de manera especial) un papel que le viene como anillo al dedo y un debut muy digno, que abraza a la curiosidad y nos plantea la pregunta del millón: ¿Seguirá «Busta» haciendo musicales después de ‘Ghost’? Pues hay que decir que la capacidad, la voz, sus mil formas de ganarse al público y un elenco de compañeros con experiencia que le arropan, son buenos motivos para plantearse continuar unos años más viviendo de esto.
Pero hablando de interpretaciones y sin desmerecer el buen trabajo tanto de Cristina Llorente como de Christian Sánchez, los otros dos protagonistas en cuestión de Ghost, el musical, quisiera destacar el difícil y brillante papel de Ela Ruíz con esa Oda Mae que no tiene rival. Qué difícil hablar de la muerte desde la risa, y qué complicado mantener la atención del público en cada intervención, más si hablamos de un espectáculo repleto de excentricidades técnicas con los que Ela hace malabares, llevándose de calle la matrícula de honor. Es justo destacar también la magnífica labor de todo el equipo de bailarines que acompaña cada intervención de los actores.
Así y después de disfrutar del espectáculo, puedo decir que Ghost, el musical, se gana cada euro de la entrada y se coloca como uno de esos shows imprescindibles si como yo, vives por y para disfrutar de la vida desde la butaca, siempre sostenida por la gente que más quiero. Es cierto que no es la adaptación más fiel de una película ni cuenta con los números musicales más espectaculares. También y puestos a pedir, se echa en falta que se regocijen un poco más en la mítica escena del torno acompañada del «temazo» de The Righteous Brothers, pero en líneas generales, pocas pegas se le puede poner a este musical que hace de la ficción, el recuerdo y el impacto, una realidad.
Ghost, el musical, estará en el Teatro Olympia de Valencia hasta el 12 de junio y después continuará con su gira por España.
Ghost, el musical, se gana cada euro de la entrada y se coloca como uno de esos shows imprescindibles.
1 Comment
No puedo estar más de acuerdo, me sorprendió muchísimo, muy buenos efectos especiales, la actuación de bustamante la clava, lo hace genial, y por supuesto el resto del elenco. Me encantó, totalmente recomendable.