Antonio Durán, «Morris», es un grande del audiovisual español.
En su mochila de proyectos infinitos guarda títulos tan importantes como Fariña (2018), Princesas (2005) o Celda 211 (2009), pero también, y desde sus inicios, ha estado comprometido con llevar el audiovisual de su tierra por todo el mundo.
Y es que, este gallego de pura cepa, comenzó a disfrutar de la interpretación en su ciudad, y poco a poco, fue haciéndose un hueco en grandes producciones sin abandonar ese ADN, que, como actor, y por supuesto como persona, tanto le representa.
En esta charla tan especial, «Morris» nos cuenta cómo se deja la piel cada día por una profesión de la que todavía espera sorpresas en forma de grandes proyectos, pero sobre todo, le permita encontrar el equilibrio con su día a día.
Si quieres conocer más a fondo a este «monstruo» de la interpretación, sigue leyendo.
-Cuéntanos, ¿quién es Antonio Durán?
Esta es una pregunta complicada de contestar en pocas palabras. Antonio Durán es un gallego que a los diecinueve años se encontró con el teatro y empezó a experimentar con ese tipo de expresión que lo curó de alguna carencia expresiva. Yo era muy introvertido y a partir de ahí me fui quedando en ese mundo más abierto. Hoy soy un actor más que un ciudadano de la calle.
-Todos te conocemos más por «Morris» que por tu nombre de pila. ¿De dónde viene esto?
Viene del colegio, de mi segundo apellido, Moreiras. Allí me llamaban Morgan, Morris…
En mi juventud milité políticamente en un partido y era mi nombre de guerra. Me fue imposible sacarlo. Intenté que algunos productores lo sacaran de pantalla, pero no hubo manera después de tantos años. Ahora me gusta, es mi seña. Antonio es Antonio Durán y Morris es el personaje creado sobre él.
-¿En qué momento de tu vida decides ser actor? Háblame de tu formación y de tus inicios en el mundo audiovisual.
Fueron cursos, formación autodidacta y trabajos. Yo estaba en teatro cuando se estrenó el cine profesional en Galicia y a partir de ahí empecé a participar en películas. Mi mayor formación ha sido delante de las cámaras de la televisión autonómica. Aquí, en Galicia, se hizo mucha ficción en los ochenta y en 1988 yo empecé en Platos combinados, una serie.
-Tus inicios en Galicia te han llevado a construir una gran trayectoria tanto en cine, como en televisión y teatro. ¿Qué trabajo recuerdas con más cariño?
Muchos. los primeros los recuerdo con mucho cariño. Quizás si hablamos de películas, me quedaría con Princesas, fue muy bonito trabajar con Fernando León, también fue un trabajo muy completo el de las cintas Doentes y As Emorga.
En televisión, Fariña, que fue un trabajo con mucho riesgo donde pusimos toda la carne en el asador.
-Hace unas semanas se estrenó Beguinas en Atresplayer, serie en la que participas. ¿Qué podemos ver en ella y cómo es tu personaje?
En esta serie vemos una trama muy curiosa en la que se va a explicar que son las «Beguinas». Ellas eran benefactoras y gozaban de libertad porque no dependían del estado y la iglesia, ofrecían servicios al pueblo. Hay una historia de amor al fondo y hay una parte de libertad de las mujeres con respecto a los poderes y la presión de la época.
Yo hago de inquisidor, un personaje terrible al que intenté dotar de verdad para no hacer un malvado. La serie tiene una estética muy bonita y está muy bien escrita. Tuvimos que grabar a mucha velocidad y me dió pena, pero tiene mucha calidad.
«Fariña» fue un trabajo con mucho riesgo donde pusimos toda la carne en el asador.
-Has concluido recientemente terminado los rodajes de Aves de corral y la serie Animal salvaje. ¿No paran de llover los guiones, verdad? Cuéntame como han ido esos proyectos.
Muy bien, Animal Salvaje es muy especial. Es una serie surrealista que tiene de comedia y realismo mágico donde hay mucho humor. Luis Zahera es el personaje principal, creo que la serie está escrita para él, que es una bestia de la interpretación. Tienen una visión de la retranca de Galicia, es una serie con riesgo porque el intentar reflejar el carácter gallego desde fuera es complicado. La verdad es que es divertida y está llena de momentos poéticos.
Aves de corral es una comedia negra extraña en la que tengo muchas esperanzas. Habla de una banda, yo soy el jefe de esa banda, que está esperando años a que el objetivo que persigue esté a tiro pero nos confundimos de objetivo. Es un argumento peculiar. Es el guión más extraño y singular que ha caído en mis manos.
-¿Cómo se vive el paso de ser una persona anónima a ser un actor conocido?
Llevo tanto tiempo caminando por ese alambre que ya no me influye. En mi tierra, al principio de mi carrera, si fue un poco agobiante, pero ahora ya no, me tienen aceptado y soy uno más de la ciudad. A mí siempre me han tratado con mucho respeto y también creo que tengo mucho prestigio fuera de Galicia. Cuando trabajé en Amar es para siempre sí lo note más pero no me considero una persona agobiada por ello.
-¿Cuál dirías que es el momento más difícil al que te has enfrentado como actor?
Quizás cuando murió mi mujer. En ese momento me replanteé muchas cosas y cogí todas para escapar de la realidad. Esta profesión puede ser una vía de escape pero a la vez un infierno porque te da la posibilidad de no enfrentarte a la vida. Aún estoy un poco en esa huída pero muy consciente de quien soy. Es cierto que como actor en el teatro sufro mucho. Me pego un viaje psicológico curioso. Soy una persona muy sufridora.
-Deduzco que eres de los que se lleva el trabajo a casa…
Sí, no me lo saco de la mente. Al personaje no, pero el trabajo sí. Soy obsesivo, no sabría que hacer sin él.
-Albergas en tu currículum diferentes premios, como el premio Feroz por tu papel en Fariña. ¿Qué te queda por conseguir en esta profesión?
Más que premios, anhelo grandes proyectos. Espero que aún este por llegar un proyecto así. He hecho grandes personajes pero me falta ese proyecto donde pueda dar una gran parte de mí y al mismo tiempo no dibujar al personaje. Quiero un personaje cercano. Mi mayor premio es que este trabajo me alimente. Dedicarme al mundo audiovisual me alimenta el corazón.
-Sueño cumplido y sueño por cumplir.
Mi sueño cumplido ha sido el de llegar a mi edad y disfrutar este oficio y de la vida que llevo dentro de él. Por cumplir, encontrar el equilibrio entre el oficio y la vida normal.
Esta profesión puede ser una vía de escape pero a la vez un infierno porque te da la posibilidad de no enfrentarte a la vida.
Agradecemos de corazón a Trama Films y a «Morris» por la entrevista que nos ha regalado, en la que no solo hemos hablado de su carrera como actor, sino de esa búsqueda del equilibrio en medio de una huída que suena a motor y telón. Gracias por tu tiempo, Antonio.
Entrevista: Carmen B. / Edición: Aixa V.