Ya comenté cuando escribí mi humilde reseña sobre La gente no existe, que Laura Ferrero es una de las autoras recientes con más arte para retransmitir la vida. Fíjate que podría utilizar cualquier otro verbo más adecuado al oficio de escribir, pero es que para mí, lo que Laura consigue a través de sus textos, es retransmitir todos y cada uno de los sentimientos en los que se ven sumidos sus personajes dentro de cada relato.
Como decía antes y aunque en orden inverso, descubrí a Laura con La gente no existe (2021), su libro más reciente, y fue tal mi entusiasmo que no podía dejar de investigar su obra y pasar a la lectura de Piscinas vacías, una ópera prima que ya dejaba entrever lo magnífica escritora que es, y sobre todo, la esencia que esconde su forma de narrar todo lo que aguarda lo cotidiano. Este libro, de hecho, no me ha resultado tan distinto al de La gente no existe y creo que precisamente eso es lo que más me ha gustado. De nuevo y como lectora me reencuentro con personajes corrientes que hablan de sensaciones, de ausencia, de pasiones incompletas, de vida y de mucho amor. Creo, de hecho, que esta es la diferencia principal entre un libro y otro, ya que el amor como tema universal y no necesariamente desde el prisma romántico ocupa buena parte de los relatos de Piscinas vacías, o al menos así lo he percibido yo.
Laura Ferrero es una de las autoras recientes con más arte para retransmitir la vida.
Considero, también, que enfrentarnos a la lectura de un libro como el de Laura Ferrero tiene sus ventajas e inconvenientes tanto por parte del que escribe como del que lee. El escritor tiene el reto de poder y saber engatusarnos en pocas líneas, y nosotros, debemos abrir miras y dejarnos querer y seguir el son de las pocas palabras. Y aunque la perfección no existe, en este libro se da una ecuación exacta y perfecta que nos permite identificarnos con las historias que esconden los relatos. Es ahí donde está la magia de Piscinas Vacías, porque en un momento dado todos podríamos ser la niña triste, el/la amante, la esposa insatisfecha o el amigo frustrado.
Estamos, por tanto, ante una lectura que parte desde lo más íntimo y viaja por diferentes estados que se cogen de la mano. De la sensibilidad de la autora a un lenguaje ágil, sencillo y directo en distintas historias que atrapan y remueven por dentro. Todo funciona. Te aseguro que si te animas a leerlo querrás devorarlo, pero mi recomendación es que lo degustes y lo reflexiones porque Piscinas Vacías cuenta la vida tal y como es. Sin filtros.