València vive su vuelta a la normalidad y planta cara a la pandemia con numerosos ciclos de conciertos que tienen lugar en distintos rincones de la ciudad durante los meses de julio y agosto. Una de estas citas imprescindibles tiene lugar en Les Nits del Ciutat, que se celebra en el Estadio Ciutat de València donde el pasado domingo 4 de julio se vivió la catarsis con IZAL, que como seguro ya sabéis, es uno de los grupos de mi vida.
Una, dos, tres, y así hasta diez, son las veces que he podido disfrutar de Mikel, Alberto, Gato, Ale e Iván en concierto siempre acompañada de mi mitad, y de amigos que han sido testigos de las buenas vibraciones que transmiten los «Izales» en concierto.
El pasado domingo 4 de julio se vivió la catarsis con IZAL, que como seguro ya sabéis, es uno de los grupos de mi vida.
Aplazado por la pandemia y en un formato más reducido de lo normal, los chicos de IZAL aterrizaron en el Ciutat con su gira El pequeño gran final del viaje, agotando entradas y arrasando con sus temas más populares y algunas novedades como Meiuqèr, el último sencillo de la banda que se ha convertido en la carta de desahogo de Mikel hacia el mundo, y en el nuevo himno que ya entonan a la perfección las gargantas de sus fieles.
Lo mejor de los conciertos de IZAL es que ninguno se parece a otro y este, ha sido uno de los más especiales por varios motivos. Quizás sea por el día de la marmota en el que vivimos, o esa necesidad que tenemos todos de volver a bailarnos la vida, pero el concierto del domingo fue la prueba de que a este grupo le quedan muchos años de gloria, e infinitas noches sobrevolando con su sonido tan característico el cielo de nuestra «terreta».
Nadie duda ya de la calidad musical de un grupo que con los años y los discos, se ha arrancado la etiqueta de sucesores de Vetusta Morla a base de buenas letras y ritmos festivos. Hay canciones como La mujer de verde, Agujeros de gusano, Copacabana, El baile, o La increíble historia del hombre que podía volar pero no sabía cómo, que se han convertido en fijas en el repertorio, y otras como Arte moderno al piano de Iván y voz de Mikel, que se han adaptado a estos nuevos tiempos más pausados y más acústicos, pero sin perder su esencia.
La escenografía también forma parte imprescindible de los shows de la banda y como ya ocurrió en los conciertos de Autoterapia, el planeta Ockham, los viajes siderales y el puesto de mando vuelven al Pequeño gran final del viaje con intervenciones de lujo como la de Santi Millán, Alexandra Jiménez, Víctor Claver o María Pedraza, haciendo las veces de maestros de ceremonia, y presentando a las grandes sorpresas de la noche en forma de duetos virtuales con Rozalén, Zahara, Mäbu, Sidonie, Bunbury o Miguel Ríos. Pura fantasía.
El concierto del domingo fue la prueba de que a este grupo le quedan muchos años de gloria, e infinitas noches sobrevolando con sus guitarras y su sonido tan característico el cielo de nuestra «terreta».
Todo apunta a que en 2022, IZAL volverá a girar por España con la presentación de Hogar, su nuevo álbum que aterrizará en septiembre. Así que hasta entonces, recordaremos este 4 de julio de 2021 como el del concierto en el que la mascarilla era obligatoria y en el que el asiento se quedaba pequeño. También el de las ganas locas de saltar, y el de los gritos hacia dentro.
Pero lo más importante es que el 4 de julio de 2021 será el día en el que nos juntamos dos fans de Metallica camuflados entre 4000 «moñas» del indie rock, una pequeña gran revolución que por primera vez sentía el impacto de la música en directo, los dos amigos típicos de «a mí me gusta alguna canción» pero me apunto al bombardeo, y como siempre, la mano del mejor compañero de vida que podría tener.
Y es que ya lo dice la canción…
«Mientras todo de derrumba, a los locos nos verán bailando»