Si nos lees habitualmente sabrás que desde que en A2VOCES hicimos nuestro particular puntoDgiro, estamos a tope con las entrevistas; pero también pensamos que de vez en cuando toca reflexionar, y en el post de hoy, la protagonista absoluta es la música emergente de la mano de Rojo Cardinal, la banda madrileña formada por Bruño Muñoz -Voz y bajo-, David Rodríguez -Batería- y un viejo conocido -y amigo, porque la gente bonita para nosotras es amiga- Guillermo Muñoz -Guitarra y coros-.

Antes de seguir, AVISO IMPORTANTE: Rojo Cardinal estará en la Matisse Club -nuestra sala Matisse de toda la vida- de Valencia el 27 de septiembre. Te aseguro que después de leer este post, te vas a morir de ganas de verlos…

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Estamos en la era de las múltiples opciones. Nos hemos sumergido de lleno en un sistema que nos permite tener al alcance tantas cosas como queramos, y en el caso concreto de la cultura, todavía más. Las plataformas de streaming y las redes son el mejor escaparate para grupos y solistas que buscan hacerse un hueco en esta industria salvaje, que personalmente, me parece que exprime demasiado al artista y deja precisamente poco lugar al descubrimiento; y eso que como decía, creo que estamos en un tiempo fantástico para explorar y escuchar nuevas formas de hacer música, aunque desde medios, radios y majors se empeñen en meternos con calzador las mismas voces una y otra vez.

Pero no todo van a ser lamentos, ¿no? Vamos a darle caña a las próximas líneas mientras escuchamos, analizamos -y tocamos- EL-CIELO, el disco más reciente de Rojo Cardinal, así como el resto de su propuesta, como prueba irrefutable de que lejos del ruido se hace una música de la hos…muy buena música, quiero decir.

Estamos en un tiempo fantástico para explorar y escuchar nuevas formas de hacer música

Empieza el baile subiendo por las calles del castizo Carabanchel, centro de operaciones de Rojo Cardinal como grupo, y un anticipo de que este disco tiene como misión confirmar que el rock no ha muerto y que el indie sigue siendo un buen cobijo para los que queremos escuchar guitarras, baterías y buenas letras -STOP al abuso de los “sintes” y las letras vacías-, sin renunciar a esos otros ingredientes que también enriquecen la música como los sonidos electrónicos o la experimentación acústica. Rojo Cardinal no imita ni parece querer imitar a otras bandas, pero sí evoca a aquellos tiempos en los que lo flipábamos escuchando temas de Second, Lori Meyers, Niños Mutantes…y éramos tan felices que reventábamos de placer. Ahora también pasa. Pero pasa menos. Y cuando pasa es porque se nos permite descubrir.

De entrada y con la energía en alto, los madrileños proponen un disco diferente a ¡Vuelan! (2019), su primer álbum, con una atmósfera más eléctrica y toques de grunge. EL-CIELO es, en conjunto, un trabajo más atrevido que el anterior porque se nota esa exploración de la que hablaba antes y de la que apenas ya tenemos referencias en el panorama patrio. ¿Hemos caído en un limbo musical chungo en el que todo suena igual? Sería muy injusto decir que sí, pues hay bandas referencia como Vetusta Morla, Shinova o Love Of Lesbian, por mencionar algunas, cuya trayectoria se ha ido forjando en base a la investigación y al juego; sin embargo, escuchando a la criatura de Rojo Cardinal la sensación sincera que he tenido conforme pasaban las canciones: es que estaba escuchando un buen disco, que además ha sido apoyado por un «curro» audiovisual interesante, no solo ejemplificado en la portada, que es una delicia, sino en los videoclips que apoyan algunas de las canciones. Hay mucho de exterior, de planos abiertos, de localizaciones que podrían ser reconocidas si viviéramos en la periferia madrileña o de cualquier ciudad cercana…y de músicos haciendo música, lo cual se agradece a primera vista.

EL-CIELO es el nuevo álbum de Rojo Cardinal, la banda madrileña formada por Bruno Muñoz, David Rodríguez y Guillermo Muñoz.

Hay un par de temas cómo son El Curso del Río y Cercanías que traen a nuestros oídos una sensación sombría y muy delicada. En concreto el estribillo de Cercanías aúna un buen amasijo de sonidos que no están puestos al azar, se nota el trabajo de campo y el ímpetu por proponer algo distinto. También se pone en valor el contraste con canciones como No me siento mejor o Nota de voz_13, dos de mis favoritas -especialmente la segunda- con ese solo en el que la voz vibra por encima del instrumental recalcando que tan importante es el contenido como el continente.

En este paseo también hay canciones cañeras como La Rueda, uno de los primeros sencillos de presentación del disco, o Periferia, una de las niñas bonitas de EL-CIELO que acogen casi todo lo que parece que quieren mostrar Bruno, David y Guillermo en este álbum. Una intro en oído más popero con base de batería e instrumental que va evolucionando en diferentes partes hacia un ritmo más pausado con el objetivo de ir acompañando a la letra. Muchas canciones en una única canción, que nos lleva por diferentes pasajes sonoros en los que brilla su estribillo pegadizo lleno de intenciones. Navíos, Salvaje o Carabanchel (Bajando), como epílogo de Carabanchel (Subiendo), tema que abre el álbum, son las encargadas de completar éste círculo representado en el vuelo de un avión que parece viajar al infinito.

El caso es que si con ¡Vuelan! Rojo Cardinal apuntaba maneras, con EL-CIELO se asientan como una de esas bandas emergentes a las que hay que seguir escuchando y viendo en directo, porque como oyente, se percibe que hay un proyecto detrás que quiere vivir de esto -han querido hacer un álbum entero, con eso te lo digo todo-, sin caer en el universo chungo de las canciones para TikTok.

Hablando de directo y aprovechando de nuevo la coyuntura, te recuerdo que Rojo Cardinal pisa nuestra amada «terreta» el próximo 27 de septiembre en la Matisse Club como colofón a una gira que se ha ido abriendo camino entre salas y festivales, y que servirá de aperitivo para lo que está por venir. ¡Nos vemos en el cielo!

De entrada y con la energía en alto, los madrileños proponen un disco diferente a ¡Vuelan! (2019), su primer álbum, con una atmósfera más eléctrica y toques de grunge.