Si hay algo que me fascina en la vida es sacar a relucir mi retahíla de actores y actrices favorit@s.
Puede que suene demasiado pretencioso, pero una de las cosas que más me gustan, sin ser yo voz autorizada, es acercar nuestra ficción a todos los públicos. Incluido a los que todavía tienen demasiados prejuicios con nuestro “producto nacional”.
Cuando me preguntan por mi actor favorito siempre hablo de mi triunvirato particular formado por Pedro Casablanc, Roberto Drago y Nacho Fresneda. Dejaré para otro día mi obsesión por ‘Hospital Central’, y me centraré en el primero del trío. El del apellido artístico nacido en Casablanca, el que casi siempre hace de malo, el actor comprometido, el que respira teatro.
Descubrí a Pedro gracias a su interpretación del malvado Pablo Acosta de ‘Motivos Personales’. Es verdad que yo tenía como 11 años e igual esta, no era una serie para mí, pero recuerdo perfectamente como cada día de emisión me quedaba petrificada viendo la TV, esperando las fechorías del hermano mayor de los Acosta, y también a costa de las regañinas de mi abuela pidiéndome que me fuera a la cama que al día siguiente había cole. Así de espléndida era yo con esa edad, que en vez de preocuparme por conseguir todos los cromos de mi equipo favorito o peinar a la Barbie, estaba enganchada a los escarceos amorosos de Pablo Acosta y Virginia Palazón interpretada por una espléndida Marta Calvó. Por cierto, aprovecho nuestro pequeño rincón, para pedir la segunda temporada de ‘Motivos Personales’ que nunca tuvimos.
Anécdotas a parte, una de las cosas que más me han llamado siempre la atención de Pedro, es su versatilidad para meterse en la piel de tantos personajes como se han puesto en su camino.
Desde su primera obra de teatro hasta el Andreu Calafat más reciente de ‘White Lines’, pasando por el mítico Ruso de ‘Policías’, o el comedido Damián de ‘Amar es para siempre’. También a través del teatro más crudo e intimista con ‘José K. Torturado’, el ego y realismo shakesperiano de ‘Falstaff’, la dulzura de Fernando Mora, y el cinismo de Luís Bárcenas. Tantos rostros y tantas emociones como quieras.
Este último fue el papel que le valió la nominación a la categoría de mejor actor en los Goya de 2016. y aunque no se llevó el gato al agua, siempre defenderé que Casablanc era el ganador moral y justo merecedor de ese “Paco”, por su valentía y frialdad a la hora de encarnar un personaje tan complejo y tan de actualidad en su día como lo fue Bárcenas. No obstante y también en 2016, el Premio Ondas a mejor intérprete, sí cayó en las manos del actor gracias a su maravilloso Juan Rueda en ‘Mar de Plástico’.
Siempre defenderé que Casablanc era el ganador moral y justo merecedor de ese “Paco” por su valentía y frialdad a la hora de encarnar un personaje tan complejo y tan de actualidad en su día como lo fue Bárcenas.
Artista de formación y actor por vocación, Pedro Casablanc se licenció en Bellas Artes en Sevilla, pero tardó bien poco en conquistar Madrid y todos los rincones del Teatro de la Abadía, uno de los lugares más emblemáticos y bellos de la capital. Es aquí en el escenario, donde para mí, Pedro da el do de pecho y convierte cada teatro en su territorio particular.
Sobre las tablas del Talía de Valencia pude disfrutar por primera vez de Casablanc interpretando a Bárcenas cara a cara con el juez Ruz con un impecable Manolo Solo como mejor parterner posible. Me considero persona de teatro siempre que la economía lo permite, y os prometo que en mis 27 años no he disfrutado tanto como en aquella hora y media de partido de tenis actoral que era ‘B’ -así se llamaba la obra de Jordi Casanovas- en un alarde de diálogos, gestos, respiraciones y silencios que me tuvieron pegada a la butaca sin parpadear. Yo, que en aquellos tiempos me esperaba siempre a la puerta del teatro, me arrepentiré toda la vida de no haberle pedido esa foto después de la función. Pánico práctico momentáneo o demasiada admiración.
Y es que nos empeñamos en ensalzar lo de fuera, y resulta que en este país tenemos a actores valientes como Pedro Casablanc, capaces de meterse en la piel de personajes reales y vivos con todo el trabajo y tesón que requiere una profesión como esta.
Creo que sin duda ‘B’, la película dirigida por David Ilundain, fue para Casablanc uno de los puntos de inflexión en su carrera y así lo valoró de forma justa la crítica y hasta el propio ex tesorero del Partido Popular y su conocidísimo hijo Willy Bárcenas, cantante del grupo Taburete, reconociendo abiertamente el papelón del actor en la cinta. Pero como nunca llueve a gusto de todos, también fue objeto del despelleje por parte de cierto sector de la derecha política, a los que Pedro y compañía respondieron con entradas agotadas en la gira de la obra, con buenos datos de audiencia en la emisión de la película en TV -impensable en otra época-, con la ya mencionada nominación a los Goya -¿qué les pasó a los académicos?-, y con el reconocimiento del público que entendimos la necesidad del film, como una historia de nunca acabar, donde la política juega a reírse de nosotros y la cultura nos hace reflexionar.
Nos empeñamos en ensalzar lo de fuera, y resulta que en este país tenemos a actores valientes como Pedro Casablanc, capaces de meterse en la piel de personajes reales y vivos con todo el trabajo y tesón que requiere una profesión como esta.
Después vinieron más obras como ‘Yo, Feuerbach’, más series como ‘Vida Perfecta’, ‘Toy Boy’ o nuestro querido Ministerio del Tiempo encarnando el papel De Goya. Y al fin, el cine de gran pantalla que parece haberse dado cuenta de la necesidad de tener a Casablanc entre sus rostros fijos. Hasta quince títulos en los últimos cuatro años entre los que destacan algunos como ‘Truman’, ‘Dolor y Gloria’, 1898, ‘Los Últimos de Filipinas’, ‘Viaje al cuarto de una madre’ o la más reciente, ‘Explota, Explota’, que tiene previsto su estreno el próximo 2 de octubre.
Leía hace unos días un tweet de Dave Zulueta que decía en tono irónico lo siguiente: “Antes: quiero ser actor, voy a estudiar interpretación. Ahora: quiero ser actor, voy a apuntarme al gimnasio». Menos mal que Pedro Casablanc “pasa” de los gimnasios. Y que suerte la mía de convertirlo en una de mis inspiraciones más reales y uno de los artífices de mi pasión por el teatro y el audiovisual. Ya me imaginaba yo en los Goya gritando «Peeeeeeeeeedro» al más puro estilo Penélope en aquella gala de los 2000.
A Pedro la vida le debe un Goya y yo no sé si volveré a tener la oportunidad de tomarme esa foto que no me hice aquella noche en la puerta del Talía, pero al menos espero que mis palabras sirvan para que descubras al que para mí es y siempre será el ACTOR con mayúsculas.