Pero, ¿de qué va la peli?
En El Navegante, Keaton, que actúa y dirige a partes iguales, está enamorado de la hija de un armador que vende un barco, al que se suben sin saber que la misión de un país en guerra con el país comprador del barco, pretende dejarlo a la deriva y en el que, por ello, tienen que aprender a sobrevivir.
La comedia de Keaton absorbe un estilo dinámico con la celeridad de los movimientos de los personajes de un cine alegre mudo y con un escenario principal: el barco.
Los gags cómicos utilizados no dejan de ser guiños surrealistas propios del estilo de Keaton.
Un ejemplo de ello en ‘El Navegante’, es la escenas en las que se coloca una escafandra de dudosa utilidad, con la que bajo del mar se dedica a colocar un cartel que dice: “Danger. Men at Work”, para ponerse a dar martillazos en el casco del barco que ha encallado y que tienen que arreglar. Todo esto no sin algún que otro incidente como la pelea con un pulpo y su venganza de chorro de tinta sobre Keaton que no se entera de que, en paralelo, están secuestrando a su amiga.
Otro ejemplo es la torpeza de Keaton para encontrar una cucharilla para echar azúcar a su café; no se le ocurre otra cosa que coger el cucharón más enorme de la cocina. Ya os podéis imaginar el resultado.
También entra en juego el cómo antes de partir ha sido rechazado por su querida, la cual decide acompañarle igualmente en su aventura del barco, siendo ella quien tiene que rescatarle continuamente en sus impulsivos actos fallidos por hacer algo bien.
De montaje lineal y lejos de los movimientos de vanguardia que iban surgiendo en Europa o del Cine-Ojo de Vertov, este tipo de comedia representa un estilo desmarcado de otros estilos, surgiendo en el contexto de una nueva visión antropológica recuperada de una gran guerra pasada y que intenta estilizar todo lo nuevo que crea, mediante el uso del tópico a cumplir de los ‘felices años 20′ pero sin dejar los referentes bélicos en ningún momento.
Creo que ‘El Navegante’ tiene como objetivo el alegrar a los espectadores durante el período de recuperación de una guerra que no se olvida fácilmente pero que prefiere demostrar una ironía más dulce y esperanzadora sobre la realidad, más que criticar lo negativo de forma explícita para poder subsanar esa mala conciencia de que el mundo puede ser decadente al tiempo que también puede ser un soplo de aire fresco. El barco suele abandonarse si se hunde pero también se puede aprender a subsistir en él mejorando la situación desde dentro, o desde abajo (esto lo digo yo).
Si no, que se lo digan a Keaton, que con esa escafandra en la cabeza armándose de valor para arreglar un barco desde las profundidades del mar.
La comedia de la que os hablo, nos hace comprender de forma risueña, que la felicidad es también aprender a vivir con las propias circunstancias siempre y cuando no nos superen, siempre y cuando las superemos nosotros/-as mismos/-as.