Se nota que Javier Sierra es periodista.
Como todos, intenta llegar a la verdad investigando, indagando y trabajando entre multitud de fuentes. Desde la primera vez que le vi participando en Cuarto Milenio junto al gran Íker Jiménez decidí buscar información sobre él. Me entusiasmó la sencilla manera que tiene de transmitir al público las complicadas y diferentes investigaciones que realiza.
Arte, religión, personajes históricos poderosos, el más allá, lo sobrenatural y lo extraterrestre son sus principales señas de identidad. Siempre he sido una fiel seguidora de estos temas y gracias a esa persecución llegué a conocerle a él y una de sus principales novelas, La cena secreta. Es imposible no querer leer algo más de Sierra después de recorrer junto a Leonardo Da Vinci la historia de esta cena en la que, parece ser, había personajes que no eran los que nos han dado a conocer siempre en las clases de religión. Eso es lo que más me gusta de él.
Sierra no intenta convencerte de lo que él ha averiguado, al contrario, te da a conocer las versiones que siempre han existido pero a la vez te argumenta con documentación científica y contrastada muchos cimientos sólidos de la historia de la humanidad.
Todos sus libros tienen algo en común: sirven de puente al lector para cruzar de nuestro mundo a otros mundos y además lo hace sobre una base cimentada, llena de misterios científicos e históricos sólidamente documentados.
Después de estar presente en esa última cena tan distinta me hice con El maestro del Prado. El arte, junto al periodismo, es otra de mis pasiones. Siempre he sentido mucha curiosidad por saber qué cuentan los cuadros. Su color, su mensaje, las señas del autor, todo es un gran misterio para quien los ve, porque, en muchas ocasiones, miramos un cuadro sin ver qué hay detrás de los trazos.
Al abrir esta novela sentí que Sierra comprendía esa curiosidad. Multitud de obras de arte que están expuestas en el museo de Madrid comprenden parte de este libro en el que el autor cuenta, en primera persona, como un aprendiz de escritor aprendió a mirar cuadros y a entender unos mensajes ocultos que difieren de la ortodoxia de la Iglesia Católica, una institución que en el Renacimiento era visto más como opresora que como espiritual. Junto a La sombra del viento, El maestro del Prado es sin duda una de las mejores novelas que he leído.
En muchas ocasiones, miramos un cuadro sin ver qué hay detrás de los trazos.
El de Teruel, nacido en el año 1971, es el autor de doce novelas más: Las puertas templarias, La pirámide inmortal, El secreto egipcio de Napoleón, El quinto mundo, El ángel perdido, La ruta prohibida, En busca de la edad de oro, La dama azul, La España extraña, Rosswell: secreto de estado y El fuego invisible, su primer y merecido Premio Planeta. Fue muy sorprendente saber que publicó esta última novela de la que os hablo con un seudónimo, el de Victoria Goodman, una de las protagonistas de esta historia. No voy a hablaros de todos ellos porque voy a obligaros a, por lo menos, leer uno de los trabajos de Sierra, no os arrepentiréis.
Sierra no solo escribe novelas, ofrece a los lectores multitud de artículos de investigación. Su obra se extiende a infinidad de artículos en prensa, pequeños opúsculos y obras para coleccionistas bibliográficos. Un breve repaso por algunas de estas “obras perdidas” dan una idea de la amplitud de sus inquietudes en estos últimos años y ayudan a trazar una cronología de su actividad. Durante el confinamiento este autor ha creado otro hijo que ya tengo en casa.
El mensaje de Pandora nace gracias a la pandemia y como advertencia de otras que pueda sufrir el mundo. Según Sierra «el libro combina la mitología griega con ciertas hipótesis científicas» que, muy en la línea del autor, atribuyen la vida y los virus a cuerpos celestes llegados del espacio exterior. Sierra parte en concreto de una controvertida y cuestionada tesis del astrofísico británico de origen ceilanés Chandra Wickramasinghe, y es que el coronavirus procedería de un meteorito caído en octubre pasado cerca de la ciudad china de Wuhan. Se trata de un atrevido desarrollo de la teoría de la panspermia, según la cual la vida y la humanidad son producto de una especie de “infección cósmica”.
Dos días me ha durado este relato científico en el que una tía cuenta a su sobrina cuál es el inicio de nuestro mundo y qué puede ocurrir en la tierra si no prestamos atención a los mensajes que nos envía. Muy rápido de leer, con un apoyo histórico maravilloso, pero no es mi favorito, ya que, prefiero al Sierra más histórico y menos científico, como en el libreto de los Amantes de Teruel, donde cuenta la noche que pasó con Isabel y Juan.
Es maravilloso ver como la intriga, la ciencia, la investigación y el amor se entrelazan para dar vida a unas lecturas que hacen querer saber más, siempre terminas con sed de saber al leer tanto sus novelas como sus trabajos periodísticos. Comparto esta pasión con alguien que, al igual que yo, alucina con lo que es capaz de hacer Sierra.
Mientras uno lee una de sus obras el otro está leyendo otra y nos picamos tanto entre nosotros que incluso hemos llegado a querer leer el mismo libro de Sierra a la vez. Se nos han hecho las tantas de la madrugada esperando su intervención en Cuarto Milenio. «Hui va a eixir Sierra en Íker eh, a vore en qué mos flipa esta nit». Y así, multitud de veces. De hecho, hemos descubierto hace poco la serie documental «Otros Mundos». En sus capítulos, Sierra narra en primera persona, intercalando cómo era de pequeño (papel que interpreta su hijo Martín) y cómo se construyó poco a poco a sí mismo, con multitud de enigmas de la historia. Desde un cráneo con un supuesto agujero de bala en una cueva del paleolítico, un ovni pintado en un fresco del renacimiento en la catedral de Cuenca, con qué ayuda contó Alfonso VIII en la batalla de las Navas de Tolosa o qué personajes y enigmas se esconden detrás de los cuadros de Velázquez y Capelli.
Como dice él, debemos aprender a mirar, porque si lo hacemos, solo con eso, descubriremos el misterio y la historia. Este escritor de Teruel es enigma, arqueología, religión, historia, misterio, oscuridad, afán de saber y conocer, investigación, ciencia y mucho más, pero sobre todo es pasión por todo lo que estudia.
Espero que este post os guste tanto como a mí este maestro, al que me encantaría conocer para poder charlar acerca de tantos misterios y de nuestro origen. Ojalá os den ganas de aprender con él.
Debemos aprender a mirar, porque si lo hacemos, solo con eso, descubriremos el misterio y la historia.
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Apasionant articul. Es nota que vius lo qu’escrius.
Apasionant Sierra que no deixa de sorprende.