El verano que vivimos es una gran historia de amor eterna.
Una historia que podría haber sido escrita por Lorca. Su melodrama, sus giros, sus pasiones, su ritmo y sus parajes andaluces hacen de esta cinta, una obra que recuerda a muchas narraciones del autor más querido en nuestro país.
La bellísima y elegante Blanca Suárez, el pícaro y llamativo Javier Rey y Pablo Molinero, actor que desconocía, forman un triángulo amoroso de lo más enigmático que llega a manos de Isabel, una joven periodista en prácticas.
Isabel, en el año 1998, empieza a trabajar en el periódico de un pueblo gallego costero y le endosan, para su disgusto, la redacción y el archivo de las esquelas. Un día, gracias a la aparición de una esquela que se repite año tras año y siempre en una misma fecha, el 15 de septiembre, la periodista decide investigar quién es el autor de dichas cartas que recibe el periódico. Aquí empieza la historia.
Jerez de la Frontera, Valencia, Puerto de Sagunto, Marbella y Salamanca son los escenarios que componen la cinta minuto a minuto, pero, sin dudarlo, la capital de Cádiz es la ciudad que se lleva la palma en esta historia. Sus bodegas son las que presencian el amor furtivo entre Gonzalo (Rey) y Lucía (Suárez), que a su vez está prometida con Hernán (Molinero), el gran amigo de Gonzalo Medina, el arquitecto encargado de realizar la nueva bodega de los comprometidos.
María Pedraza –La casa de papel-, que, para mi sorpresa, está bastante bien en su personaje, representa a la hermana de Hernán y uno de los puntos clave de la historia de amor de los protagonistas. También podemos ver en esta cinta a Carlos Cuevas –Merlí-, que acompaña a la joven periodista en la búsqueda de la verdad. La película, que transcurre entre dos tiempos, también tiene como punto de partida los viñedos en los que Lucía, toda una señorita andaluza, se remanga día a día para sacar adelante el negocio familiar, mientras Hernán se encarga de la parte de lo negocios.
La narrativa sencilla y la construcción de los personajes hacen que, esta pedazo de historia de amor que a más de uno le gustaría vivir, se comprenda a la perfección desde el inicio de la cinta. Los poderosos primeros planos de Blanca Suárez contrastan con los planos picados de la naturaleza andaluza y unos escenarios típicos de aquella zona: cortijos, fincas, feria y playa.
La narrativa sencilla y la construcción de los personajes hacen que, esta pedazo de historia de amor que a más de uno le gustaría vivir, se comprenda a la perfección desde el inicio de la cinta.
Es la primera vez que voy al cine con mascarilla y distancia de seguridad y creo que lo he hecho con uno de los argumentos más atractivos y bonitos de este año. Hay una escena, casi oscura, lluvia y llena de uva en la que Javier Rey y Blanca Suárez brillan con luz propia y no pueden evitar su atracción y compenetración. Los dos actores hacen un trabajo fabuloso, pero destacaría la garra y la fuerza que desprende Pablo Molinero en cada escena que protagoniza.
El cine español es una maravilla y sabéis de sobra que es mi favorito. De hecho, lo es gracias a tramas cómo esta. Normalmente no suele gustarme tanto el nudo romántico, pero, esta película es una gran excepción.
Id al cine, apostad por la cultura segura y disfrutad de los intérpretes que tenemos en España. Espero que os guste tanto como a mí.
Destacaría la garra y la fuerza que desprende Pablo Molinero en cada escena que protagoniza.