El 2 de febrero de 2020 disfruté de mi último concierto pre-pandemia en el Circo Price de Madrid a cargo de Shinova. Un mes después, la vida se paró y con ella, la música en directo dejó de sonar, dejando pendientes un puñado de citas, que como tantas otras, no pudieron ser.
Ahora, casi 405 días después, me he reencontrado con la música en directo, en un concierto inolvidable por su significado, por la compañía de mi mitad y del que tantas veces os hablo en mis post, y por supuesto, por ellos, Sidecars, que han llenado el Palau de les Arts de Valencia de buenas vibraciones y un directo exquisito a la hora del vermú.
Con un público entregado a la causa y unas medidas de seguridad a la altura de las circunstancias, Juancho y compañía han empezado fuertes, en un repaso por los temas más reconocibles y especiales de su discografía, y con el álbum Ruido de Fondo como principal protagonista de esta cita matinal de domingo. Es curioso, porque un día como el 14 de marzo de un año cualquiera, Valencia estaría abarrotada de mareas de gente rozando las Fallas con los dedos, y sin embargo, la traca se ha trasladado a un auditorio marcado por el ritmo de la batería de Ruly en cada canción.
Sidecars han llenado el Palau de les Arts de Valencia de buenas vibraciones y un directo exquisito a la hora del vermú.
No han faltado los éxitos de siempre como La Tormenta, el apoteósico Contra las Cuerdas, Amasijo de Huesos, y la canción que más los identifica entre el gran público Fan de Ti. Por supuesto, parte del repertorio se lo ha llevado el último disco que da nombre a esta gira y que esconde joyas como La Noche en Calma, con un vivo acústico increíble, Mundo Imperfecto, Galaxia, Looping Star y la homónima Ruido de Fondo, todas ellas bien sostenidas por una banda cuya complicidad da gusto ver en el escenario, y esa voz tan característica y especial de su cantante, Juancho, que ha demostrado que la sencillez y la humildad no están reñidas con el mejor rock.
Este concierto ha tenido muchos destellos de luz, y no solo por el magnífico trabajo de los técnicos, a los que conviene poner en valor en estos momentos tan complicados para la cultura, sino también porque creo que nos hemos juntado un público con muchas ganas de volver a vibrar con la música en directo, desde los más pequeños con sus pancartas y caras de ilusión, hasta los más mayores, que se han vuelto a reencontrar con las guitarras, los bises, y la vida en general: «desde aquí no veo las mascarillas, ni los asientos vacíos» gritaba Juancho en un momento de éxtasis total.
La sencillez y la humildad no están reñidas con el mejor rock.
Y ya, por acabar esta pequeña crónica que más bien es un testimonio emocionado, quisiera recalcar el estruendo del aplauso después de la tercera canción, en una especie de conexión galáctica entre el grupo y el público, la celebración de cumpleaños de Gerbass, bajista y una de las patas de la banda, y por supuesto, la calidad y magia de Sidecars en una mañana de solos de guitarra, letras magistrales y un espíritu rockero digno de vivir.
Queridos Sidecars, somos fans de vosotros. Volved siempre, allí estaremos.