La primera vez que escribí sobre Rozalén en A2VOCES, pretendía llevarte de viaje por esas canciones de su repertorio que para mí, siempre son un lugar feliz.
Ahora, y aprovechando el lanzamiento de su nuevo disco El Árbol y el Bosque, te invito a adentrarte en un paisaje lleno de progresión, color, ritmo y mucho corazón. Ingredientes que nunca faltan en los álbumes de la manchega que canta por Silvio Rodríguez, se «emborracha» con Mon Laferte, y busca en su interior a través de la música. Te doy la bienvenida al bosque musical de Rozalén.
Si hay algo que define a la autora e intérprete es ESENCIA. Una esencia que empezó a sacar la cabeza en Con derecho a roce (2012), mantuvo en Quién me ha visto…(2015), y sostuvo en Cuando el río suena…(2017). Así, del Libertad 8 al Wizink Center, hay tres discos y un recorrido que culmina en este trabajo, con una Rozalén que arriesga en sonido y se atreve con nuevos géneros.
Te invito a adentrarte en un paisaje lleno de progresión, color, ritmo y mucho corazón.
El paseo musical de El Árbol y el Bosque es tan delicioso que merece la pena detenerse en unas canciones que se vuelven instantes. Nada sobra en este bosque que mezcla funky con chacarera, tinte social, optimismo, un cocktail de olvido, recuerdo, y una amistad con sabor a Coronita.
Desde el lanzamiento de Aves Enjauladas durante la época de confinamiento y hasta llegar a canciones como Este Tren o Y Busqué, somos testigos de los diferentes estados vitales de la cantautora, y de un homenaje a sí misma en el que ya es su álbum más introspectivo. Cuando escuchas el disco entero, te das cuenta de que Rozalén se debía estos once temas que piden a gritos música en directo.
Como siempre, también hay lugar para la lucha con las fronteras que nos separan como germen de la sociedad: «No solo mata el que asesina, también arrebata la vida quien deja morir». Hay hueco para el empoderamiento femenino, porque por mucho que lo intenten no nos van a callar: «Cuanto más me duela el golpe, con más rabia querré luchar» y hasta para enfrentarnos a la muerte, tan cercana en estos tiempos, con una sonrisa y un toque de ironía: «El día que yo me muera no quiero tu adoración, si no me quisiste en vida, ahórrate la actuación». Golpe a golpe, verso a verso, que diría Machado.
La experiencia culmina con una edición física del disco acompañada de las ilustraciones de Rocío Montoya, en un viaje sensorial a través de la imagen y el arte. Larga vida a los discos que se pueden tocar.
En definitiva, mi idilio con Rozalén es tan infinito que ahí ando, de la mano de mi compañero de vida intentando tocar con la guitarra y cantar a la vez La Puerta Violeta. Es tan especial, que escucho el dúo con Laferte y me veo, tequila en mano, cantando bien fuerte: «Amiga mía, qué bonito es quererte, aunque cambie todo en este mundo, brindaremos hasta la muerte», va por ti Bea. Y es tan único que me quedaría el resto de mi vida a vivir entre árboles, bosques y acordes.
Y busqué, y busqué, y busqué
Hasta la cima
Y no hallé, y no hallé, y no hallé
El sentido a mis días
Y busqué, y busqué, y busqué
Hasta el fin
La respuesta estaba dentro de mí.
1 Comment
Que bonito cuando las cosas salen del corazón, siempre te he dicho que tienes un don para escribir, que es una de las muchas cualidades que admiro de ti. Serias una compositora de canciones con letras preciosas de grandes artistas que cantan con el corazón.